Bonn - EEUU y Rusia escenificaron ayer la apertura de un nuevo capítulo en sus relaciones con la primera reunión entre sus responsables de Exteriores y un giro al pragmatismo en busca de “terreno común” para el entendimiento, que deja de lado sus diferencias en torno a Siria o Ucrania. El presidente de EEUU, Donald Trump, dijo ayer que, si consigue tener una relación positiva con Rusia, eso sería “una buena cosa, no mala”, tanto para su país como para el mundo entero. “Si tenemos una buena relación con Rusia, créanme, eso es una buena cosa, no mala. Esto evitará un holocausto nuclear sin igual”, afirmó Trump en una rueda de prensa desde la Casa Blanca, al anotar que sería “mucho más fácil” ser “duro” con ese país, pero él quiere “hacer lo correcto” para los intereses de EEUU y el mundo.
Donald Trump, defendió ayer los “increíbles avances” que ha hecho desde que llegó al poder hace casi un mes, al considerar que heredó “un desastre” dentro y fuera del país dejado por su antecesor, Barack Obama. “Para ser honesto, heredé un desastre, es un desastre, en casa y en el extranjero”, dijo Trump en una conferencia de prensa en la que aseguró que quería dirigirse “directamente al pueblo estadounidense” porque la mayoría de los medios de comunicación “no dicen la verdad” y “distorsionan” los hechos.
Entre los temas a que se refería está el de su polémico muro. Donald Trump, reiteró ayer su intención de construir “un gran muro” con México que no será “una broma como el actual”, y afirmó que se involucrará personalmente para “reducir su coste”, que las últimas estimaciones sitúan por encima de los 21.600 millones de dólares. “Va a ser un gran muro. Y lo negociaré yo, de modo que el precio se bajará como el resto de las cosas que he negociado para el Gobierno”, dijo Trump en una rueda de prensa no prevista en su agenda en la Casa Blanca.
Mientras, el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, y el titular de Exteriores ruso, Serguei Lavrov celebraban su primer encuentro aprovechando la reunión de ministros de Exteriores del G20 que se celebra entre desde ayer y que finaliza hoy en Bonn (oeste de Alemania).
encontrar un “terreno común” Ambos comparecieron posteriormente por separado ante los medios y hablaron de sus esfuerzos por encontrar “terreno común” para la cooperación en los ámbitos bilateral e internacional y, mientras Tillerson tildó de “productiva” la reunión, Lavrov calificó la cita de “muy pragmática, fructífera y útil”.
Tillerson explicó que la nueva administración en Estados Unidos desea trabajar con Rusia “cuando puedan encontrarse áreas de cooperación práctica que beneficien al pueblo americano”, haciendo referencia al lema de América primero del presidente Donald Trump.
Subrayó, no obstante, que allá donde no sea posible el entendimiento, Washington se mantendrá en la defensa de “los intereses y valores de Estados Unidos y sus aliados”. Lavrov, por su parte, también habló de la necesidad de “superar” el distanciamiento que caracterizó los últimos meses de la administración de Barack Obama y abogó por “eliminar” todas las “barreras artificiales” que dificultan las relaciones bilaterales. Entre esos asuntos comunes, dijo, se encuentra la lucha contra el terrorismo islamista en Siria e Irak, así como la situación en Afganistán.
Ninguno se refirió explícitamente a la guerra civil en Siria y ambos evidenciaron sus diferencias al referirse al conflicto en el este de Ucrania. De hecho, sobre este último asunto, Lavrov se limitó a señalar que “en absoluto” se había hablado sobre sanciones, mientras que Tillerson afirmó que había exigido a su homólogo que Moscú “cumpla con el compromiso de Minsk y rebaje la violencia en Ucrania”.
un acuerdo de 2015 El acuerdo de Minsk, firmado por Rusia y Ucrania a principios de 2015 con la mediación de Francia y Alemania, prevé el fin de las hostilidades entre los rebeldes prorrusos y el Ejército ucraniano y la estabilización del este del país a cambio de reformas políticas por parte de Kiev. No obstante, la implementación de este pacto lleva año y medio bloqueada por la escasa disposición de ambas partes a contribuir a la reducción de la violencia, imposibilitando que perduren las distintas treguas decretadas.
El G20 de Exteriores, que no se cerrará con una declaración conjunta, servirá también de marco para que una docena de países que defienden el proceso de Ginebra (entre los que no se encuentra Rusia) se reúnan mañana para debatir sobre la situación en Siria. El G20, que reúne a las economías avanzadas y emergentes y a actores regionales relevantes, incluye a Estados Unidos, Japón, Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia, Australia, Canadá, China, la India, Indonesia, Sudáfrica, México, Argentina, Brasil, Rusia, Corea del Sur, Turquía y Arabia Saudí y a la UE.