París - La polémica persigue a la carrera hacia el Elíseo de este año. Al escándalo, bautizado como Penelopegate, que está haciendo tambalear la candidatura del derechista François Fillon, se sumaba ayer el anuncio de que uno de sus exrivales en las primarias de Los Republicanos, el expresidente Nicolas Sarkzoy, se sentará en el banquillo de los acusados por la presunta financiación irregular de su campaña a las presidenciales de 2012. El llamado caso Bygmalion, una supuesta trama de falsificación de facturas para ocultar gastos de campaña y burlar así los límites legales, se convierte en el primero de los frentes judiciales abiertos contra Sarkozy que le llevará a juicio y que le convertirá en el segundo jefe del Estado que pasa por los tribunales tras Jacques Chirac.

Según la acusación, el expresidente, que en 2012 se presentaba a la reelección, gastó al menos 42,8 millones de euros frente a los 22,5 millones autorizados. Para ocultarlo, tramó una red de falsificación de facturas y documentos a través de la agencia de comunicación Bygmalion, sacada a la luz por el semanario Le Point y que motivó la apertura de una investigación judicial en 2014. El presidente fue alertado en dos ocasiones del ritmo desmesurado de sus gastos pero decidió no reducirlos, según la acusación.

Un tren de gastos que pese a todo no permitió a Sarkozy ganar las elecciones, en las que se impuso el socialista François Hollande en la segunda vuelta. Las cuentas de aquella campaña fueron invalidadas en julio de 2013 por el Consejo Constitucional, encargado de revisarlas, lo que provocó que el expresidente tuviera que pagar una multa de más de 360.000 euros y devolver la subvención pública, de casi 12 millones. La multa la pagó de su bolsillo, pero la devolución de la subvención motivó que Sarkozy lanzara una cuestación popular para evitar la quiebra del partido. Los abogados del expresidente consideran que esa sanción, ya pagada, “se impone a todas las jurisdicciones”, por lo que su cliente no puede ser juzgado dos veces por los mismos hechos.

Sin embargo, la acusación se centra más en la trama de falsificaciones tejida para ocultar los gastos reales de la campaña, algo que Sarkozy siempre ha negado conocer. El expresidente culpó de ello al entonces presidente del partido, Jean-François Copé, pero eso no le libró de que, tras un interrogatorio de nueve horas, los jueces le imputaran por presunta financiación ilícita de su campaña en febrero de 2016.

Los Republicanos del expresidente partía hace menos de un mes como favorito para imponerse, con Fillon como candidato, en las elecciones presidenciales previstas para esta primavera. Sin embargo, el escándalo sobre los supuestos empleos ficticios de su mujer, Penelope, y dos de sus hijos ha hecho que caiga al tercer puesto en las encuestas. Éstas publicaban ayer más datos que revelaban la pérdida de popularidad de Fillon: las explicaciones que dio la víspera sobre el escándalo no convencieron a dos de cada tres franceses. Durante una rueda de prensa, el candidato pidió perdón por haber empleado a su esposa, que recibió un millón de euros brutos, y dos de sus hijos como asistentes parlamentarios, pero insistió en que era legal.

Todos contra Macron Y con el favorito hasta hace poco tocado y casi hundido y los socialistas en sus horas más bajas, la candidatura del independiente Emmanuel Macron, exministro de Economía de Hollande, ha ido en ascenso en las últimas semanas, hasta el punto de que se augura incluso su victoria en la segunda vuelta frente a Marine Le Pen. Esta situación ha colocado a Macron en la diana de todas las críticas, e incluso de estrategias de juego sucio por parte de sus rivales.

Si durante la rueda de prensa del lunes, Fillon señalaba que es “un político sin programa” y “un gurú que ha salido del mismo sistema que él denuncia”, el Partido Socialista ha amenazado a todo cargo público con la expulsión de la formación si avala como candidato presidencial al ex ministro de Economía. Pero los ataques no se han quedado en el terreno político, sino que han pasado al privado. Así, Macron se vio ayer obligado a desmentir los rumores que sostienes que mantiene una relación extramatrimonial con Mathieu Gallet, alto cargo de Radio Francia. - Efe