Amsterdam - El líder de la ultraderecha holandesa, Geert Wilders, se defendió ayer ante el tribunal que le procesa por incitación al odio e insistió en que su libertad de expresión es lo único que le queda “tras doce años preso en casas rodeadas de seguridad”. Además, explicó que con su referencia a los marroquíes “no quería” referirse a ninguna raza, sino a “un grupo” determinado de personas. “No soy racista y mis electores tampoco lo son, dejen de insultarlos”, pidió, ante las decenas de cámaras que cubrían ayer la sesión.
Asimismo, tildó de “falso y malintencionado” el proceso judicial y lamentó que “no se tenga en cuenta el contexto” en el que pronunció sus palabras. Wilders está siendo procesado por unas declaraciones pronunciadas en 2014, en el marco de las elecciones municipales, cuando en una cafetería en La Haya prometió encargarse de que en Holanda hubiera “menos marroquíes”.
Ayer reiteró que quiere “menos delincuencia” en Holanda, al igual que quiere “menos Europa”.
En su discurso ante los jueces, volvió a decir que los Países Bajos tienen “un problema marroquí” y advirtió de que el país es víctima de una “Fiscalía que está al servicio del Consejo de Ministros”, antes de que el tribunal dicte sentencia el próximo 9 de diciembre. - Efe