madrid- El tono y el discurso de Roberto Centeno recuerdan irremediablemente al de Donald Trump. Se trata, no obstante, de una persona con mucha más formación que el presidente electo norteamericano: es catedrático de Economía de la Universidad Politécnica de Madrid. Reconoce que en algunos comentarios “se ha pasado siete pueblos”, pero le defiende a capa y espada. Durante las últimas semanas ha colaborado en campaña electoral con el Partido Republicano, de forma voluntaria, para ayudar al magnate neoyorquino a atraer el voto latino. Aunque sus planteamientos en algunos aspectos pueden resultar para muchos cuando menos irritantes, su posición resulta de gran valor para acercarse a la forma de pensar de quienes rodean al inminente nuevo inquilino de la Casa Blanca y conocer las iniciativas que pretende poner en marcha.

El Frente Nacional francés o Amanecer Dorado han brindado por la victoria de Trump. ¿Ve justo asociar el discurso del líder republicano al de la ultraderecha europea?

-Trump no es ultraderechista, es un patriota nacionalista que quiere hacer América grande de nuevo. No quiso recibir, ni va a hacerlo, a ningún líder ultraderechista europeo, si brindan con champagne o con gaseosa es cosa suya, pero nada tienen que ver con las ideas de Trump. No obstante, tratarán de arrimar el ascua a su sardina. Lo que sí tengo que decir es que gran factor español que ha contribuido a la derrota aplastante de Hillary Clinton ha sido la visita de Sánchez a Washington, le tenía que haber prohibido la entrada porque es el gafe mayor de Europa.

¿No cree que esa imagen de un tipo misógino y racista se corresponda con la realidad?

-Que odia a las mujeres es una estupidez. Que hace once años en un gimnasio hiciese el conocido comentario con respecto a las mujeres y los poderosos puede ser vulgar, soez y lo que se quiera. ¿Cuántos de nosotros entre amigos no hemos presumido alguna vez de que no hay mujer que se nos resista? Esto es un tema que cogió la prensa del establishment, lo hizo primera plana y dio la vuelta al mundo. Su comportamiento real con su mujer dice algo muy diferente. Pablo Iglesias dijo en un tuit que azotaría a una mujer periodista y no fue primera plana de nada. En cuanto al racismo, entiendo que quienes lo dicen no han leído sus declaraciones ante afroamericanos y latinos. Un médico afroamericano va a ser secretario de Salud y una mujer judía que trabajada para Obama será secretaria de Empleo.

Ha acusado a los inmigrantes mexicanos de ser “violadores” y “criminales”?

-Es cierto que Trump se ha pasado siete pueblos con una serie de comentarios, y no ha hecho ni caso a su equipo de campaña, que le pedía moderación. Soy testigo de eso, y se lo comenté a los asesores a través de los que surgió mi colaboración con los republicanos en campaña. Solo hizo caso a sus asesores una vez: en el primer debate con Clinton. Salió mal y a partir de ahí decidió ser él mismo, con sus virtudes y defectos.

Se ha señalado que la suma de una percepción de una ‘identidad genuinamente americana y blanca amenazada’, el empobrecimiento de las clases medias y el clásico apoyo conservador de los votantes ‘republicanos’, además del divorcio entre millones de trabajadores y el Partido Demócrata, han sido los principales factores que han aupado a Trump. ¿Comparte esa visión?

-Lo que ha dado la victoria a Trump es que la gente estaba harta de que en los últimos 30 años el 1% de la población se ha apoderado del 90% de la riqueza generada, estaba harta de sueldos cada vez menores y estaban hartos de que los hijos vivan peor que los padres. Además, los votantes estaban hartos de que colectivos minoritarios y vociferantes impusieran su ley a la mayoría. Y sobre todo no estaban dispuestos a seguir recibiendo una inmigración que estaba destruyendo la esencia del país y que, de seguir así, convertiría a Estados Unidos en un México en una generación: eso le ha dado la victoria a Donald Trump.

Teniendo en cuenta que los mexicanos rondan el 13% en un país de inmigrantes como EEUU parece un tanto exagerado. En todo caso, ¿cómo casa esa imagen de un Trump preocupado por la situación de los norteamericanos medios con la de un multimillonario con nula conciencia social y que, entre otras cosas, pretende cargarse la reforma que más ha acercado a EEUU a la universalidad de la sanidad?

-Es multimillonario porque lleva trabajando como un bestia desde los 19 años, se ha arruinado y se ha vuelto a levantar, ¡qué tienen que ver! Para él lo importante es el pueblo norteamericano, no ganar dinero, como en el caso de los Clinton que se han llevado 150 millones de dólares ofreciendo “conferencias” que les escribían otros invitados por los grandes de Wall Street.

No se trata de que sea millonario, sino de que un magnate que jamás se ha caracterizado por tener una mínima preocupación por los desfavorecidos se ha presentado de manera oportunista como su gran defensor al mismo tiempo pretende eliminar los avances sociales más importantes en décadas en EEUU.

-La reforma sanitaria del Obamacare, se ha quedado a medio camino, y Trump va a mejorarla. El movimiento se demuestra andando. Va a bajar los impuestos un 20% a la clase media y a la clase trabajadora, que pagará así la tercera parte de lo que pagan en España. Además, Trump va a eliminar los impuestos federales a los 72 millones de familias más pobres. Esto es la realidad de lo que hará. La reducción del gasto en armamento permitirá que salgan las cuentas.

Quienes como usted apoyan las posiciones de Trump y se han movido en su entorno político, ¿qué visión tienen de los ocho años de Obama?

-La noche electoral preguntaron a un conocido analista qué recordaría del mandato de Obama, lo pensó un momento y dijo: “que era negro”. Es lo único que se recordará de él, y no porque fuera malvado como Hillary Clinton, es ante todo una buena persona, solo que no ha hecho nada.

Afirma que a nivel de política exterior el mandato de Trump será de mayor estabilidad, ¿qué cabe esperar con respecto a la relación con Rusia o el papel en Oriente Medio?

-Trump es un admirador declarado de Putin, en mi opinión el líder más capaz de occidente, y el presidente ruso también es un admirador de Trump: la paz está asegurada por mucho tiempo. El primer paso no será militar, sino comercial. Putin quiere negociar con Trump el levantamiento del embargo impuesto por la cuestión de Crimea. Además, Trump ha dicho a Arabia Saudí y a Qatar que deben cortar de raíz su financiación al EI o atenerse a las consecuencias. Lo más probable es que sea una coalición ruso-norteamericana la que aniquile definitivamente al EI, lo que dará un golpe de muerte al terrorismo yihadista.

¿Es creíble pensar que el nuevo presidente electo es una persona comprometida con la paz y no un riesgo para la seguridad en el planeta que echará más gasolina al fuego?

-Es totalmente creíble, aniquilado al EI, que es una prioridad absoluta, Trump retirará la mayor parte de sus tropas del resto del mundo y quiere liquidar la OTAN, una institución que ve como una reliquia de la Guerra Fría sin justificación. Trump volverá a la filosofía de los padres fundadores, como Washington o Jefferson, de no intervenir en los asuntos internos de otros países si no eran una amenaza directa para los EEUU. No va a realizar alianzas permanentes como la OTAN, sino solo puntuales como la que tuvo Roosvelt con Stalin para derrotar a Hitler. El mundo y Europa serán un lugar mucho más seguro con Trump. Si llega, y llegará, a un acuerdo con Putin, ¿quién va a amenazarnos?

¿Cómo afectará a Europa la llegada de Trump y su eventual apuesta por un mayor proteccionismo?

-A Europa no estoy seguro, pero a España enormemente, y para bien. La desinformación en España es tan brutal que nadie ha caído en la cuenta de que la medida estrella de Trump es la repetición del New Deal de Roosevelt en los años 30 con un programa gigante de infraestructuras, y que la primera empresa norteamericana en construcción de infraestructuras es ACS-Hofftieh. Florentino Pérez va a ser la persona más beneficiada por la política económica de Trump. Pero es que la segunda empresa es Ferrovial y la tercera OHL. Gran parte del plan de infraestructuras de Trump se lo llevarán sin duda empresas afincadas en EEUU, pero españolas.