Bilbao- Faltan apenas dos semanas para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que están programadas para el martes 8 de noviembre, y tanto la ex primera dama, ex gobernadora y ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, como el magnate de los negocios y estrella de la televisión, Donald Trump, se lanzan a por los estados clave en un último intento por ganarse el voto indeciso. Ante la cercanía de estos comicios que tendrán repercusión en todo el mundo, Carlota García Encima, analista del Real Instituto Elcano, ofreció ayer una ponencia titulada Clinton vs Trump: Claves de unas elecciones insólitas en la Universidad de Deusto, dentro del marco Deusto Forum. El objetivo: dar a conocer los puntos importantes de esta inusual campaña, los posibles escenarios y sus consecuencias.

Califica las elecciones estadounidenses como insólitas. ¿Por qué?

-Insólitas, primero, por los candidatos. Sobre todo Donald Trump, pero también lo ha sido la figura de Bernie Sanders, por el lado demócrata. También por las primarias, ya que nunca se ha prestado tanta atención a unas primarias como en esta ocasión. Y a todo ello se le suma el inusitado momento que vive Estados Unidos, con todo ese desencanto y esas ganas de cambio que se corresponde, en parte, con el auge de Trump. Esto es curioso porque, en un principio, el Partido Demócrata iba a abordar estas elecciones con todas las de ganar.

¿Por qué?

-Por una parte, tenía a Hillary Clinton, con una historia que le favorecía y con un Obama demócrata con unos índices de popularidad altísimos. También la demografía les beneficia: las minorías han crecido y con ello está cambiando la cultura de los Estados Unidos, algo a lo que el Partido Republicano no termina de adaptarse. Además, teóricamente y según las cifras macroeconómicas, Estados Unidos se está recuperando de la crisis bajo el mandato de un Obama demócrata, lo que también refuerza su posición. Frente a ello está Trump, un outsider (forastero), sin experiencia, con ese temperamento, ese personaje que sale en los medios al frente de un Partido Republicano muy dividido. Y aun así, contra todo pronóstico, Trump salió elegido en las primarias. Nadie se lo creía: “Trump es real”. Hasta ahora han fallado todos los pronósticos y eso también es inusual.

¿Opina que podrían volver a fallar ahora que Clinton parece llevar ventaja en las intenciones de voto?

-Hay pocas posibilidades de que se de un vuelco. La principal incógnita es que hay una gran masa de indecisos, porque son muy impopulares ambos candidatos. Es más, tanto Trump como Clinton son los candidatos presidenciales con el índice de popularidad más bajo de la historia. Y son estos indecisos los que pueden llevar la balanza de un lado al otro. A Donald Trump los números no le dan para ganar las elecciones. Los indecisos no le votarán, pero tampoco a Hillary Clinton porque es más de lo mismo. Todo apunta a que Clinton ganará. Y hay que recordar que esto no son primarias ni es un referendum, como lo fue en el caso del Brexit o en el de Colombia. Pero por lo inusual de la campaña todo puede pasar.

¿Cuáles son las claves para entender estas elecciones?

-Hay varias, pero una de las principales es comprender qué buscan los votantes de Donald Trump. El tema económico es crucial. Ese desencanto por la bajada de los salarios, el crecimiento de la desigualdad, etc, también está ahí. Y la inmigración ha sido un tema muy recurrente, aunque estos sentimientos anti-inmigración parten de diferentes visiones. Por un lado algunos relacionan la inmigración con temas de seguridad, como terrorismo y crimen. Otros, en cambio, están en contra de la inmigración ilegal; es decir, no les importa siempre que todo entre dentro de los cauces de la legalidad. Y algunos simplemente son racistas y nativistas. Al hilo de esto, es importante mencionar ese fuerte cambio cultural que está ocurriendo en Estados Unidos y que hace sentir a un porcentaje de los norteamericanos descolocados y un poco al margen. De ahí que cuando Donald Trump dice “Make America great again” (“Hagamos a América grande de nuevo”) no tiene significado solo en términos económicos, sino que también hace alusión a recuperar esa realidad cultural que está quedándose obsoleta.

¿Cuál sería otro de los puntos importantes?

-Las relaciones exteriores. Si algo está claro es que, mientras Hillary Clinton es predecible, Donald Trump es imprevisible. Y eso es precisamente lo que busca Trump: ambigüedad estratégica. Es decir, no va a comentar sus planes ni compartirá sus objetivos para no dar pistas a sus enemigos sobre lo que va a hacer. De esta manera, desde su lógica, los enemigos de Estados Unidos no podrán contrarrestar sus movimientos. Pero esto es peligroso porque para abarcar cualquier situación internacional es necesaria una comunicación fluida y saber, o aunque sea intuir, qué va a hacer cada uno.

¿Qué posición cree que tomará Trump respecto a la intervención en otros territorios?

-Trump se presenta como aislacionista, como no intervencionistas, aunque como va dando bandazos de un lado para otro tampoco se sabe a ciencia cierta. De uno de sus eslogans, America first (América primero), se deduce que no intervendrá tanto como sus predecesores. Salvo en el caso del Isis, claro está.

¿Y Hillary Clinton?

-Da la imagen contraria. Después de cuatro años como secretaria de estado intenta capitalizar el legado de Barack Obama y de ahí que sea predecible. Trabajará mejor con los aliados en el caso de cualquier crisis, pero es más de lo mismo. Aunque eso sí: se comenta que va a ser más clara a la hora de hacer uso de la fuerza que Barack Obama. Por mi parte, creo que ella no va a ser tan halcón como parece. Después de todo, abanderó el smart power, ese poder inteligente que apuesta por la diplomacia y el desarrollo.

¿Cómo han afectado las filtraciones de Wikileaks a la campaña electoral?

-Clinton es una persona super preparada, pero no genera confianza. Las filtraciones de Wikileaks no han hecho más que reforzar esa sensación de desconfianza. No aportan nada nuevo, pero sí dan más material a aquellos estadounidenses que piensan que Clinton, por su apellido, es capaz de hacer lo que le dé la gana. Y además, reafirman la idea de que no se sabe qué quiere o qué representa Hillary Clinton. Por ejemplo, primero no apoya el salario mínimo de 15 dólares la hora, pero después dice que sí. Los mismo con el TTIP, que comenzó apoyándolo, pero ahora que pierde popularidad dice que habría que revisarlo. Todo ello no hace más que alimentar la desconfianza hacia su candidatura.

Ante este descontento general alternativas como el Partido Verde han crecido en intención de voto. ¿Opina que es el principio del declive del bipartidismo a medio plazo en Estados Unidos?

-El desencanto es con el sistema. Algo ha fallado en él y por primera vez el tanto el Partido Libertario como el Partido de los Verdes están teniendo unas intenciones de votos mucho más altas que en otras ocasiones y esto parece que va en detrimento de Hillary Clinton. Hay ansias de cambio, pero para que haya un cambio de verdad tiene que ser a largo plazo. Y aun así no creo que cambie este sistema bipartidista, porque va en la esencia propia de los norteamericanos. Pero sí necesitan algún cambio, porque el sistema está fallando y muchos americanos no creen que se esté respondiendo a sus problemas.