Londres - La ministra de Interior del Reino Unido, Amber Rudd, defendió ayer los planes del Gobierno de obligar a las empresas de ese país a revelar el número de sus empleados extranjeros, a fin de promover la contratación de personal británico. Rudd desveló el martes, durante el congreso anual del Partido Conservador que se celebra en Birmingham, algunas de las ideas del Ejecutivo en su estrategia para reducir la inmigración.

Entre esos planes se incluye forzar a las compañías a hacer público qué porcentaje de fuerza laboral extranjera tienen en plantilla, con el objetivo de que se sientan presionadas para contratar a más personal autóctono. Con ello se pretende, según explicó, “evitar que los inmigrantes tomen empleos que pueden desempeñar trabajadores británicos”. La política dijo que se necesitarán límites adicionales a la contratación de extranjeros y a la entrada de estudiantes a fin de “cambiar la tendencia” de la opinión pública sobre inmigración a la vista del triunfo del Brexit en el pasado referendo del 23 de junio. Ante el aluvión de críticas procedentes del sector empresarial y de partidos de la oposición, Rudd defendió estos planes y pidió que no se la tilde de “racista” por hablar de inmigración, en declaraciones a una emisora británica. El portavoz de Interior laborista, Andy Burnham, atacó la propuesta al considerarla “divisoria, discriminatoria” y al crear “el riesgo” de generar “una verdadera hostilidad en los lugares de trabajo y en las comunidades”. “Si el Gobierno sigue adelante con esta legislación en esta área, se enfrentará a la madre de todas las batallas”, dijo.

Por su parte, la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, los líderes del Partido Verde, Caroline Lucas, junto con Jonathan Bartley y Leanne Wood, del Plaid Cymru, calificaron el enfoque hacia la inmigración del Ejecutivo conservador de “tóxico” y Sturgeon firmó una declaración conjunta en la que criticó la “retórica divisoria” del Partido Conservador a raíz del discurso de Rudd.

el discurso de may La primera ministra británica, Theresa May, pronunció ayer su esperado discurso en el cierre de la conferencia del Partido Conservador, donde fijó su estrategia post Brexit en restaurar una sociedad más justa y corregir la desigualdad económica en el Reino Unido. La líder conservadora hizo una lectura de la victoria del Brexit en el referéndum del pasado 23 de junio que comparó con “una revolución silenciosa”, en la que millones de personas dijeron que no estaban preparadas para ser ignoradas.

Para May, está claro que el resultado de la histórica votación refleja un deseo hondo y profundo de muchas personas que trabajan para unos pocos privilegiados. May dio las gracias a su predecesor, el ex primer ministro David Cameron, por la modernización del partido pero advirtiendo de que ahora toca “cambiar de nuevo”. Sin embargo, ha tomado una línea más dura en áreas como potenciación de las polémicas escuelas selectivas y el control de la inmigración. - Efe/Rita Álvarez