BRASILIA. La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, fue arropada hoy por miles de seguidores al abandonar el Palacio de Planato, la sede del Gobierno brasileño, tras ser notificada de que el Senado le abrió un juicio político y que tendrá que dejar el cargo por 180 días.

"Dilma, guerrera de la patria brasileña", coreaban los cerca de 3.000 militantes del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y de movimientos sociales que apoyaban su Gobierno que se concentraron frente a la Presidencia y a los que Rousseff se unió. "Nunca pensé que tendría que luchar de nuevo contra un golpe de Estado en nuestro país", afirmaba la presidenta.

La gobernante evitó abandonar el Palacio por la rampa por la que generalmente salen los presidentes que entregan el cargo para dejar claro, como dijo en un pronunciamiento previo, que seguirá la lucha por volver a la Jefatura del Estado.

Arropada por algunos de sus ministros y colaboradores más cercanos, entre ellos el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, Rousseff se acercó a saludar a sus simpatizantes, en su gran mayoría vestidos de rojo, el color que identifica al PT.

A diferencia de la presidenta, que solo durante unos minutos dejó traslucir su tristeza, Lula, su mentor y padrino político, no pudo esconder su abatimiento y se mantuvo en un largo silencio y en un discreto segundo plano.

Antes de despedirse de sus seguidores, Rousseff insistió en calificar de "golpe" el proceso que la suspende del cargo y agradeció el apoyo de los movimientos sociales, de los sindicatos y de los grupos populares.

"Un abrazo y un besos para ustedes", gritó ante sus entusiastas seguidores, que corearon consignas a favor de Rousseff y Lula y contra lo que calificaron de "golpe" de estado en Brasil.

La presidenta aseguró que la presencia de los militantes le ayudó a superar un "día muy triste" para ella y para la democracia brasileña.

"La tristeza es por vivir una hora negra para el país. La joven democracia brasileña está siendo objeto de un golpe. Y llamo ese proceso de golpe porque el impeachment (juicio destituyente) sin un crimen de responsabilidad que lo justifique es un golpe", afirmó.

"Yo no cometí crimen de responsabilidad y estoy siendo víctima de una gran injusticia", agregó.

Rousseff atribuyó el proceso a los partidos derrotados en las elecciones de 2014 que, dijo, optaron por llegar al poder "por la fuerza" tras fracasar en las urnas.

Advirtió que, con la decisión del Senado, está en juego la democracia brasileña y las conquistas sociales alcanzadas por Brasil desde que el PT asumió el poder hace trece años, primero con Lula y después con ella.

El Gobierno interino presidido por Michel Temer, afirmó, no sólo intentará eliminar o reducir las medidas sociales impulsadas por el PT, sino también reprimir a los movimientos sociales que defienden mejoras para la población.

"Mi Gobierno jamás reprimió movimientos sociales, jamás reprimió manifestaciones políticas, incluso las realizadas contra mí. Ahora corremos el riesgo, con un gobierno ilegítimo, que, como otros gobiernos de ese tipo, caiga en la tentación de reprimir las protestas, de reprimir las reivindicaciones", afirmó.

Antes de reunirse con sus seguidores, Rousseff recibió la notificación en que se le comunica que el Senado ha decidido someterla a un juicio político con miras a su destitución y que ha quedado oficialmente suspendida de su cargo.

El mismo senador que le entregó la notificación, Vicentinho Alves, entregó otra poco después al vicepresidente Michel Temer para informarle de que debía asumir interinamente la Presidencia mientras se realiza el juicio político o por un plazo de 180 días.