Brasilia - La capital brasileña amaneció ayer con la seguridad reforzada, 4.000 policías en su zona central y otros 7.000 preparados para “entrar en acción”, ante las multitudes que se prevé van a acompañar la votación en la Cámara baja que definirá el futuro de la presidenta Dilma Rousseff.

La Cámara de Diputados, situada en la Plaza de los Tres Poderes, el corazón político del país, decidirá si el trámite para un eventual juicio político contra Rousseff avanza hasta el Senado, que tendrá la palabra definitiva sobre el proceso, fundamentado en unas maniobras fiscales supuestamente irregulares que el Gobierno niega.

La votación, que comenzó ayer alrededor de las 14.00 hora local (19.00 horas peninsular española) y se calculaba que no duraría menos de siete horas, estuvo precedida por más de dos días de debates ininterrumpidos, que comenzaron el viernes y concluyeron en la madrugada del domingo.

Las autoridades calculaban que para la hora de la votación se habían podido llegar a concentrar en los alrededores del Congreso unas 300.000 personas, entre las que exigían la destitución de Rousseff y aquellas que calificaban el trámite como un “golpe de Estado”.

Las manifestaciones a favor y en contra de la mandataria habían sido convocadas en decenas de ciudades del país, en las que, al igual que en la capital, se instalaron en las calles pantallas de televisión gigantes para que las multitudes siguieran el desarrollo de la votación.

Para que el proceso avanzase, la oposición necesitaba 342 de los 513 votos posibles y todos los sondeos hechos por la prensa local apuntaban a que los diputados a favor del impeachment obtendrían una victoria. La sede del Congreso se sitúa en la céntrica Plaza de los Tres Poderes, frente al Palacio presidencial de Planalto y el edificio de la Corte Suprema, en uno de los extremos de la avenida Explanada de los Ministerios, donde se concentra todo el poder público nacional.

El tránsito de vehículos en esa avenida estaba cerrado desde el viernes y sus amplios jardines centrales fueron divididos por una enorme valla, de casi un kilómetro de longitud y dos metros de alto, que separará a los manifestantes. Esa división puede tener hasta un cierto carácter “ideológico”.

En el lado izquierdo, mirando al Congreso, se ubicaron los movimientos sociales y sindicatos favorables a Dilma Rousseff, mientras que el derecho fue ocupado por quienes promueven la destitución, más identificados con el centro y la derecha.

proceso El visto bueno de la Cámara de Diputados haría que el Senado deba pronunciarse y decidir si acepta las acusaciones e instaura el juicio político contra Rousseff. En ese caso, la presidenta sería separada del poder durante 180 días, que sería el plazo que el Senado tendría para realizar el trámite que pudiera concluir con su destitución.

Durante ese período, el lugar de Rousseff sería ocupado por el vicepresidente Michel Temer, quien rompió sus relaciones con la mandataria y ha dedicado las últimas semanas a consultas sobre lo que sería su posible Gobierno, pues si se llega a la destitución deberá completar el mandato que acaba el 1 de enero de 2019. - Efe