Bilbao - La RD Congo fue definido como el peor lugar del mundo para ser mujer. El este del país sigue inmerso en un conflicto no resuelto, afectado por intereses políticos pero también económicos, que causa cada día más víctimas. El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Lorena Aguirre, directora de Coopera Congo y del Programa de Atención a Niñas y Mujeres Víctimas de la Violencia Sexual en Kivu Sur, RD Congo, explicó en Bilbao la situación en la que se hallan muchas en esa zona del país africano, violadas y vejadas sistemáticamente. Aguirre disertó sobre el programa dirigido a niñas menores de 12 años víctimas de violencia social que desde la ONG llevan a cabo en colaboración con el doctor Mukwege, Monusco y F. Aid, con el apoyo financiero del Colegio de Abogados de Bizkaia, el Ayuntamiento de Bilbao y la Agencia Vasca de Cooperación.
La ONG Coopera llegó a la República Democrática del Congo en 2006 para trabajar en un proyecto de conservación ambiental.
-Sí, para desarrollar un programa de rehabilitación comunitaria. La piedra angular del proyecto era proteger a los chimpancés y demás especies de monos que teníamos allí. Los primeros años los dediqué a la protección de la naturaleza
¿Y qué pasó para que cambiaran la orientación de sus proyectos?
-Pues que éramos la única ONG internacional en Kivu Sur que estábamos en la zona rural y convivíamos con la comunidad, por lo que nos empezaron a venir todas las niñas violadas de menos de 12 años; niñas de uno, dos o tres añitos. Desde entonces me he volcado en la salud mental tanto con los niños soldados como con las menores víctimas de violencia sexual. En la ONG somos 65 personas colaborando y estamos especializados en programas de apoyo a niñas menores de 12 años que han sido víctimas de violencia sexual.
Para la OMS, el Congo es uno de los cinco países peores para nacer mujer
-El motivo principal es que llevan 20 años de conflicto armado. Hay una inseguridad tremenda, sobre todo, en las zonas rurales, que es donde más ataques se producen por parte de hombres armados. Pueden ser rebeldes o varones que con un arma ataca los hogares. La gente vive en casas de adobe o de planchas de madera por lo que es fácil irrumpir en ellas para robar y violar a las mujeres, madres, niñas de todas las edades.
Las violaciones no solo se producen por la guerra, también son esclavas sexuales
-Son temas diferentes. Los grupos rebeldes entran en los poblados y se llevan a las mujeres para que sean las esclavas sexuales de los soldados en los cuarteles. Tenemos un programa con 50 niños y niñas soldados porque las esclavas sexuales también son soldados; las hacen ir al frente, matar y robar. Hay muchas categorías de burradas que se hacen a las mujeres y muchas no van al hospital para no ser estigmatizadas.
¿El Congo es un país maldito por su enorme riqueza natural?
-Se sabe que la guerra del Congo se debe a los recursos naturales que tiene. Hablamos de tungsteno, uranio, estaño, el coltán, diamantes; tienen de todo. Por desgracia el mapa de la riqueza naturales del mundo coincide con el mapa de las guerras.
Naciones Unidas habla de supersticiones mágicas como “excusa” para violentar a las niñas
-Lo que se vive ahora en el Congo es el fenómeno Kavumu, que es un pueblo donde por primera vez empezaron las agresiones sexuales a niñas debidas a supersticiones mágicas. Los hombres creen que la sangre de las niñas vírgenes les hacen inmunes a las balas, les quita el VIH... Les puede dar trabajo, sacarles de la pobreza, lo llaman el diamante rojo. Cuando más pequeñas sean las niñas más se aseguran de que sean vírgenes.
¿El fenómeno se ha extendido?
-Sí, se ha generalizado por todo el Congo. Las niñas son llevadas al hospital de la zona donde han sido violadas, pero como se quedan tan dañadas o no tienen capacidad para hacerse cargo de las cirugías necesarias, entonces las transfieren al hospital de Panzi, donde las atiende el ginecólogo Denis Mukwege y su equipo
La intervención de Coopera está muy localizada en Kivu Sur
-La estrategia es permanecer en un sitio muchos años y hacer un cambio a todos los niveles. Por eso llevamos 10 años trabajando a 7 kilómetros de Kavumu. Nos volcamos desde el primer día que nos pidieron ayuda, porque es una bestialidad lo que ocurre ahí con las niñas.
¿Cómo es el programa que ofrecen? -Es un paquete de servicios que empieza desde que la niña es llevada al hospital de Panzi, donde tendrá que estar acompañada de 3 a 4 meses. Si la madre gana en el campo un dólar para dar de comer a los 10 hijos, lo que hacemos es ofrecérselo para que se quede con la niña en el hospital y toda la familia que deja en el campo siga comiendo. Luego, cuando la niña sale en el hospital, entra en el programa de seguimiento médico con nosotros, la niña y toda la familia durante un año.
Y también ayuda psicológica
-Sí. Este programa es el más importante de todos; la recuperación emocional de la niña es vital para que se pueda curar psicológicamente, físicamente; formamos agentes de apoyo psicológico. Les enseño los principios básicos de la psicología, de la psicoterapia y luego hemos diseñado una terapia de grupo muy estructurada que funciona increíblemente bien.
¿Y cuando la niña está curada?
-Hacemos que entren en grupos de educación ambiental con otros niños, donde se socializan y toman el cariño por la naturaleza y se convierten en embajadores del medio ambiente; les ayuda mucho a estar centradas.
Aun así, la mayoría de los casos quedan impunes
-Nuestra ONG ofrece asimismo apoyo jurídico gratuito para que las familias hagan las denuncias. Pero hay que decir también que en el Congo cada vez hay más personas que trabajan contra la impunidad en estos casos.