BRUSELAS - Las negociaciones entre Grecia y los acreedores institucionales no se han roto pero la desconfianza alcanza ya niveles máximos y son cada vez más los gobiernos de la zona euro que empiezan a hablar abiertamente de un plan B en caso de llegar al 30 de junio sin acuerdo para prorrogar el rescate. Una posibilidad muy presente tras el nuevo fracaso negociador de ayer en la reunión del Eurogrupo. Enésima tentativa fallida. Ahora serán los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE los que tratarán de desatascar el embrollo en una cumbre extraordinaria convocada para este lunes.
“Es el momento de discutir de forma urgente la situación de Grecia al nivel político más alto”, anunciaba anoche Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, minutos después de que se confirmara el nuevo fracaso de los ministros de economía y finanzas de la zona euro que apenas necesitaron una hora de discusión para constatar que se mantiene el pulso y que siguen lejos del acuerdo. Señal clara de que el punto de inflexión en el drama griego está ya a la vuelta de la esquina. “Lamento decir que se han hecho muy poco progresos en las discusiones entre las instituciones y Grecia y todavía no tenemos un acuerdo a la vista”, confirmaba el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem que por primera vez desde que empezaran las negociaciones hace casi cinco meses admitió que su preferencia es mantener a Grecia en el euro pero que “el Eurogrupo está preparado para los peores escenarios”.
A Grecia se le agota el dinero y son muchos los países que empiezan a hablar abiertamente de plan B en caso de que no pueda hacer frente a los compromisos con sus acreedores institucionales o se vea obligado a decretar un corralito. “El 30 de junio es el día en que tienen que pagar al FMI y no habrá período de gracia o retraso de dos meses, como he visto por aquí y allí. Si el 1 de julio el pago no está hecho se encontrará en impago, se encontrará en situación de retraso”, zanjó ayer la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, a cuya institución Alexis Tsipras calificaba de “criminal” esta misma semana y que ella se tomaba con ironía. “Este es el momento en el que la criminal jefe saluda al bando contrario”, le espetaba ayer al ministro griego Yanis Varufakis durante la reunión.
grecia también se prepara Aunque la prensa helena sostiene que Atenas ha estado congelando el pago a proveedores para acumular liquidez de cara a ese vencimiento, lo cierto es que el temor a un accidente es cada vez mayor. Alemania y Reino Unido -aunque no pertenece a la zona euro- confirmaban esta semana que han empezado los preparativos y ayer otros muchos corroboraban la existencia de planes similares. Entre ellos, Irlanda que solicitado asesoramiento al Banco Central irlandés y al Banco Central Europeo sobre el posible impacto de un impago y de la salida de Grecia del euro. “Estamos observando la situación y recibiendo asesoramiento”, explicaba su ministro Michael Noonan insistiendo en que la propuesta de los acreedores es todo lo lejos que están dispuestos a ir y que la siguiente opción será “un plan B”.
En la misma línea Finlandia y Eslovaquia. El finlandés Alex Stubb advertía que a muchos países se les está acabando la paciencia y que la simpatía de hace seis meses hacia Atenas se ha perdido. “Ahora tenemos dos opciones. Número uno: algún tipo de prórroga del programa que requiere condiciones. La otra es no tener acuerdo y pasar a la opción B que podría significar el impago para Grecia”, explicaba. “Tenemos que estar preparados para todo. Es una respuesta pragmática”, incidía el eslovaco Peter Kazimir sobre los efectos del cada vez más posible control de capitales en Grecia. “Grecia tiene que enfrentarse a la realidad. Puede no gustarles, puede no gustarnos, pero no pueden engañar a la realidad”, zanjaba.
Si no hay acuerdo pronto, Grecia podría verse de obligada a decretar un corralito para evitar una fuga masiva de depósitos que se ha visto agudizada esta última semana y que a buen seguro continuará hasta la cumbre. Entre el lunes y este pasado miércoles se habrían esfumado de los bancos griegos entorno a 2.000 millones de euros. Aún así Atenas mantiene el pulso. No quiere ni oír hablar de recorte de pensiones ni de aumento del IVA y ayer su ministro Yanis Varufakis insistió en que sus propuestas permitirían solventar la crisis griega de una vez por todas. Sus socios respondieron que siguen esperando, le urgieron a “restaurar el diálogo entre adultos” -dijo una muy crítica Christine Lagarde- y a aprovechar la que según Dijsselbloem será “última oportunidad.