El cairo - La monarquía suní de Arabia Saudí ha logrado arrastrar a ocho países árabes para intervenir militarmente en Yemen, con el argumento de proteger la seguridad en la región, tras el imparable avance del movimiento chií de los hutíes hacia Adén, sede del Gobierno del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi. “La batalla no es entre Yemen y los países árabes, sino entre Irán (chií) y Arabia Saudí (suní). Los saudíes no están defendiendo la seguridad árabe, sino su frontera, que está amenazada por los hutíes”, resume el analista egipcio Tamer Abu Arab.

Horas antes del comienzo de la ofensiva aérea contra los hutíes, Arabia Saudí y cuatro países árabes del golfo Pérsico difundieron un comunicado en el que acusaban indirectamente a Irán de apoyarlos para extender su influencia en la región, y a las milicias chiíes de realizar maniobras militares junto a la frontera saudí. La operación la llamaron Tormenta de la Firmeza. Según el analista, los países árabes que participan en la coalición -Emiratos, Kuwait, Baréin, Catar, Jordania, Marruecos, Egipto y Sudán-, además de Pakistán, que no es árabe pero sí es un firme aliado de Arabia Saudí, lo hacen para “adular” a Riad, que lidera el grupo, y obtener de ese Estado “beneficios económicos futuros y apoyo para sus políticas internas”. Lo cierto es que esta monarquía del Golfo ha logrado una alianza sin precedentes en la región ya que nunca antes los países árabes se habían puesto de acuerdo en tan poco tiempo para lanzar una ofensiva contra otro Estado árabe.

Los aliados de Riad se sumaron a la ofensiva antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU o la Liga Árabe la hubieran aprobado, aunque esta última la ha respaldado a posteriori. Tamer Abu Arab baraja tres motivaciones: defender las fronteras saudíes; proteger el estrecho de Bab al Mandeb -por donde transita el tráfico marino entre el mar Rojo y el Mediterráneo-; y, principalmente, los eventuales beneficios de una unión con Riad. Para Abu Arab, los países de esta coalición “no tienen un objetivo común”, sino que están unidos por una suma de intereses en agradar a la monarquía petrolera. Por eso, advierte de que la intervención es “una decisión precipitada” y añade que “si realmente los hutíes supusiesen un peligro” para la región o para el tráfico marítimo “el mundo entero les hubiese atacado”.

El analista también recuerda que Yemen “no ha sufrido ninguna injerencia ni ataque exterior” por lo que “no se está defendiendo” ninguna soberanía nacional de un país árabe, como ha apuntado la coalición. Según Abu Arab, las mismas razones esgrimidas para justificar la campaña contra los hutíes se podrían haber empleado para intervenir en Libia o en Siria, cuyos representantes reconocidos internacionalmente también han pedido, sin éxito, intervención militar árabe.

El experto del Centro del Golfo de Estudios Estratégicos, Ahmed Abdeltauab, considera, por su parte, que el Yemen se ha convertido “en un país ingobernable” con muchos grupos reclamando el poder. Asimismo, subraya que, por su posición geográfica, todo lo que ocurre en ese país “afecta directamente” a la región. A pesar de esto, considera que la solución pasa por una solución interna y no por una ofensiva militar. En cuanto a la participación de Egipto, el experto político lamenta que “le traerá muchos problemas”, entre los que destacó importantes “pérdidas económicas”.

Frente a Abdeltauab y Abu Arab, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de El Cairo, Said Sadeq, es de la opinión de que esta intervención sí “es necesaria y llega, incluso, tarde”.

arabia saudí ‘cerrada’ Sadeq advirtió de que Arabia Saudí no puede permitirse “estar cercada” en el sur por los hutíes y en el norte por los yihadistas del grupo radical Estado Islámico (EI), quienes proclamaron un califato en vastos territorios de Irak y Siria en junio de 2014. No obstante, para Abu Arab, este consenso entre los países árabes “no creará un precedente” para futuras intervenciones, ni dará pie al establecimiento de una fuerza árabe conjunta como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y cuya formación se discutirá mañana sábado en la cumbre árabe prevista en Egipto. En la misma línea, concluye Abdeltauab: “se trata de un acercamiento táctico, por interés, que solo durará esta ocasión y que tiene objetivos claros. Está muy lejos de repetirse el mismo consenso para solucionar otras crisis como la de Siria o Libia”. Milicianos del movimiento yemení de los hutíes y tropas saudíes se enfrentaron ayer en una zona fronteriza entre ambos países, después de que un avión saudí efectuara bombardeos en la provincia septentrional de Saada.

Una fuente militar de Saada, próxima a los hutíes, dijo que combatientes del grupo chií traspasaron la frontera con Arabia Saudí y librban choques con las fuerzas saudíes que estaban desplegadas en Yabal al Dujan, en la región saudí limítrofe de Nayran. La aviación saudí bombardeó la zona de Al Zaher, en el noroeste de Saada, y la de Qataz, en el este de la provincia, que es el bastión de los hutíes en el Yemen. Se desconoce si el primer ataque contra combatientes hutíes causó bajas en las filas del grupo chií, mientras que en el segundo hay un número indeterminado de víctimas entre los beduinos de la zona. El movimiento hutí pidió a sus tropas en Saada que no abandonen sus posiciones y que se preparen para lanzar una operación terrestre, según la fuente militar, que apuntó que la campaña podría ser en territorio saudí.

Según la agencia oficial saudí Spa, las primeras operaciones aéreas en territorio yemení contra posiciones de los hutíes se llevaron a cabo sin que se registraran bajas en las fuerzas saudíes.