atenas - El primer ministro griego, Alexis Tsipras, y su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, han terminado una intensa semana de gira por Europa en la que han tratado, con poco éxito, de ganarse el apoyo de sus socios. El mensaje principal de ambos en todos sus encuentros fue pedir tiempo para desarrollar un plan de reformas en cooperación con los socios, un crédito puente para poder financiarse hasta entonces y un modelo de canje de la deuda que permita hacerla sostenible. La respuesta, con matices, también fue idéntica: Grecia debe cumplir con los compromisos adquiridos por el Ejecutivo anterior si quiere seguir recibiendo ayuda, un mensaje que fuentes gubernamentales calificaron ayer de “inaceptable”.
Tras unos pocos gestos simbólicos con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, y con el presidente francés, François Hollande, los dirigentes griegos se toparon con la cruda respuesta de Alemania. Su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, tumbó todas las propuestas de Varufakis y, en una rueda de prensa celebrada en Berlín el jueves, dejó clara la esencia del ambiente de la conversación con su colega heleno: “Estamos de acuerdo en que disentimos”. Schäuble no ocultó que poco compartía con un programa que pretende dar marcha atrás a buena parte de los recortes aplicados durante el Gobierno de Andonis Samaras y, preguntado si había algo de malo en que un Ejecutivo cumpliese después de las elecciones lo que había prometido antes, dijo lacónicamente: “No, siempre y cuando no le vaya a costa de terceros”.
La de Schäuble fue la estocada política final de una evolución que se había ido viendo a lo largo de la semana, en las entrevistas con el ministro de Finanzas británico, George Osborne, y sobre todo en las conversaciones en Bruselas y Fráncfort. En Bruselas el líder de Syriza se entrevistó por separado por los presidentes de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, del Consejo Europeo, Donald Tusk, y del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz.
Tusk dejó claro que una “solución aceptable para todos los estados miembros y en el Eurogrupo” requerirá de mucha cooperación y diálogo, “sobre todo por parte de Grecia”.
El encuentro más desenfadado de puertas afuera fue con el primer ministro italiano, quien le obsequió una corbata en un gesto de broma. Aunque Renzi se mostró muy convencido de que se dan las condiciones para alcanzar un punto de acuerdo entre Atenas y las instituciones europeas”, subrayó “la necesidad, tanto en Italia como en Grecia, de proseguir con las reformas estructurales”.
Sólo Francia La única entrevista de la que se pudo deducir un cierto respaldo fue la celebrada con el presidente galo, quien se ofreció como intermediario con los socios. “Le invité porque Francia puede ser útil (...). El papel de Francia es encontrar una solución, contribuir a un acuerdo dentro del respeto del voto de los griegos, pero también del respeto de las reglas europeas, de los compromisos”, señaló Hollande. Sin embargo, tanto Hollande como Renzi consideraron poco después “legítima” y “oportuna” la decisión del Banco Central Europea (BCE) de dejar de aceptar los bonos griegos como garantías en las operaciones de refinanciación, el verdadero hachazo económico de esta semana para Grecia. Esa decisión encarece sustancialmente el crédito de los bancos griegos, que a partir de ahora deberán pagar un 1,5% de intereses a la hora de pedir prestado dinero al mecanismo urgente de provisión de liquidez (ELA), en lugar del 0,05% que pagaban al BCE.
El experto financiero Philipp Ammerman, socio de la consultora Navigator Consulting, cree que el Gobierno griego “ha subestimado el problema”. A su juicio, la gira de esta semana ha revelado claramente que el nuevo Ejecutivo griego no tiene un plan realista para gestionar la deuda, ni siquiera al modificar el plan inicial de la quita y proponer, en su lugar, el canje por dos tipos distintos de bonos.
Mientras, el propio Tsipras ha optado por plantar cara a la vuelta de tuerca de sus socios y, en su primer mensaje de vuelta en casa, aseguró ayer que Grecia “no se deja chantajear”, como tampoco Europa “puede ser chantajeada”, y que espera “las propuestas de los socios”.
El Gobierno griego está listo a aplicar un extenso programa de reformas pero no está dispuesto a negociar bajo la amenaza de “ningún ultimátum”, aseguró ayer su portavoz, Gavriil Sakelaridis. “No admitiremos ningún ultimátum. Esto debe quedar claro. Nuestra intención es negociar de buena fe con todas las instituciones europeas para alcanzar un acuerdo beneficioso para todos”, destacó Sakelaridis. “Nos pusieron el cuchillo en el cuello. Si firmáramos tal cosa caería el Gobierno”, dijo la fuente que precisó que “romper las negociaciones no es una opción”. El portavoz del Gobierno recalcó que “Syriza nunca anunció una quita unilateral de la deuda griega” y que, por el contrario, ha presentado sus propuestas “para una reducción razonable”. Sakelaridis recalcó que el sistema bancario griego no tiene problemas urgentes de liquidez pues “utilizó hasta ahora tan solo la quinta parte de la cantidad de dinero que podría pedir prestado a través del mecanismo urgente de provisión de liquidez”.
En Grecia la mala acogida sufrida en las otras capitales no han hecho más que reforzar su apoyo, como quedó patente durante una concentración espontánea celebrada ayer en el centro de Atenas bajo el lema No al chantaje a la que acudieron miles de personas.