ankara - “Las madres tienen la carrera de la maternidad, que no puede tener nadie más en el mundo. Las madres no deben poner en el centro de sus vidas otra carrera distinta a la maternidad”. Son palabras del ministro de Sanidad turco, Mehmet Müezzinoglu, durante una visita al primer bebé nacido en Turquía en 2015, unas declaraciones que han vuelto a levantar la polémica sobre la visión retrógrada, basada en principios religiosos, de los dirigentes políticos del país, con el presidente Recep Tayyip Erdogan a la cabeza. Aprovechando la presencia de las cámaras, el ministro no solo dio consejos a los padres de la recién nacida, sino que criticó la práctica de cesáreas y defendió que cada mujer debe tener al menos tres hijos, una tesis reiterada por Erdogan en varias ocasiones. “La estructura natural de la madre está preparada para el parto natural. Los recursos médicos solo deben usarse en casos extraordinarios”, manifestó Müezzinoglu.
Numerosas organizaciones que defienden los derechos de las mujeres criticaron las palabras del ministro y señalaron que resumen la visión islamista que el partido gubernamental Justicia y Desarrollo (AKP) tiene sobre el papel de la mujer en la sociedad. “La maternidad no es una carrera. Las turcas deben decidir su camino en la vida, no los políticos varones desde arriba”, escribió en Twitter la novelista turca Elif Safak. Esta no es la primera vez que declaraciones de este tipo vertidas por miembros del Gobierno turco siembran la polémica en este país con aspiraciones a ingresar en la Unión Europea. Y es que el peso del Islam en la política social del Ejecutivo choca frecuentemente con los principios laicos de la República Turca fundada por Mustafá Kemal, Atatürk. “El Gobierno quiere implantar poco a poco un sistema islámico y el primer blanco somos las mujeres”, opinaba en 2012 Arzu Becerik, una ciudadana turca que se manifestaba contra la intención del Gobierno de modificar la ley del aborto.
El actual mandatario y entonces primer ministro calificó entonces la interrupción voluntaria del embarazo de “asesinato” y llegó a equipararla, incluso, con una matanza de civiles kurdos realizada por la aviación turca unos meses antes. Recep Akdag, ministro de Sanidad en 2012, se mostró incluso contrario al aborto en casos de violación y aseguró: “Si es necesario, el Estado se hará cargo de los hijos de las mujeres violadas”. Este tipo de polémicas declaraciones y la oposición de una mayoría de ciudadanos a cambiar la legislación, que permite el aborto libre hasta las diez semanas, obligó al AKP a echarse para atrás.
Pero el mandatario no solo ha solicitado reiteradamente a las turcas que tengan al menos tres hijos “por la patria”, sino que ha llegado a calificar el control de natalidad como un acto de traición que debilita a Turquía. “Llevan a cabo un acto de traición que es el control de la natalidad y con ello tratan de hacer que nos extingamos”, manifestó Erdogan durante un discurso en una boda a finales de diciembre pasado.
Igualdad entre sexos Un mes antes, Erdogan volvió a sembrar la polémica al negar la igualdad entre hombres y mujeres. Y lo hizo durante una Cumbre sobre Mujeres y Justicia preparada por la Asociación de Mujeres y Democracia, una organización conservadora de defensa de los derechos femeninos cercana al AKP. “No puedes poner a mujeres y hombres en posiciones iguales. Eso va contra la naturaleza, porque la naturaleza es diferente. Por ejemplo, en la vida laboral, no puedes imponer las mismas condiciones a una mujer embarazada que a un hombre. No puedes igualar a una mujer que tiene que darle el pecho a su hijo con un hombre. No puedes hacer que las mujeres lo hagan todo como los hombres igual que hicieron los regímenes comunistas. Esto va contra su naturaleza delicada”, manifestó. “Nuestra religión define el lugar de la mujer: la maternidad. Hay gente que lo entiende y gente que no. No se puede explicar esto a las feministas porque no aceptan el concepto de maternidad”, agregó, volviendo a reservar el papel de la mujer en la sociedad a la maternidad.
Se ha convertido en habitual en los últimos años en Turquía que el Gobierno, formado actualmente por hombres a excepción de la ministra de Familia, Aysenur Islam, dicte cómo deben actuar las mujeres. El verano pasado, por ejemplo, el viceprimer ministro, Bulent Arinc, aconsejó a las mujeres “no reír en público”, no comportarse “de forma seductora” y proteger “su castidad”.
“La mujer deberá tener castidad y el hombre debe tenerla también, él no será un mujeriego y respetará a su mujer, amará a sus hijos”, indicó Arinc, uno de los fundadores del AKP, en un discurso durante la celebración del fin del Ramadán, que coincidió además con la campaña electoral de las elecciones presidenciales. Arinç señaló que la gente necesita descubrir el Corán de nuevo, ya que ha habido un retroceso en las bases morales. “¿Dónde están nuestras jóvenes, que se sonrojaban ligeramente, bajando su cabeza y apartando la mirada cuando las miramos a los ojos, convirtiéndose un símbolo de castidad?”, preguntó.
De forma casi inmediata, decenas de mujeres turcas respondieron al viceprimer ministro del país compartiendo imágenes suyas riéndose en las redes sociales. “Turquía necesita escuchar la risa de las mujeres y de todos los ciudadanos más que nada en el mundo”, manifestó entonces Ekmeleddin Ihsanoglu, candidato del opositor Partido Republicano Popular turco a la Presidencia del país y musulmán devoto. “¡Que todo el mundo se ría!”, pedía a su vez la escritora turca Ece Temelkuran.
Pero el discurso de Arinc no se quedó ahí. El viceprimer ministro también se quejó del uso “innecesario” del teléfono que hacen las mujeres en Turquía. “Las mujeres se dan recetas de cocina por teléfono. ¿Y qué más está pasando? ¿Qué le ha pasado a la hija de Ayse? ¿Cuándo es la boda? Hablen esto cara a cara”, recomendó.
¿ingreso en la UE? Turquía negocia desde 2005 su adhesión a la Unión Europea, que desde entonces ha impuesto una serie de requisitos al país si quiere lograr ese objetivo, entre ellos, la defensa de los derechos de la mujeres y la igualdad entre ambos sexos. Es por ello que Bruselas observa con preocupación este tipo de declaraciones, así como las recientes redadas contra el movimiento de apoyo al predicador islamista Fethullah Gülen, residente en EE.UU., en las que fueron detenidos hasta 25 periodistas.