Aunque preocupa que el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro (88 años), siga sin dejarse ver y no haya dado señales de vida, en unas fechas y ante unos acontecimientos trascendentales, la Mayor de las Antillas espera el nuevo año con más optimismo que en varias décadas atrás. Así lo confirmaban decenas de habaneros que gastaron las últimas horas de 2014 siguiendo una tradición bien socialista: guardar la consabida e interminable cola ante la puerta del centro comercial mejor abastecido.

En medio de los últimos chistes sobre los deseos del presidente estadounidense, Barack Obama, y su esposa de venir a guarachar a la Isla, sondeo opiniones de los sufridos consumidores habaneros, que remiten a las predicciones anunciadas a principio de año por los babalawos, esos respetados sacerdotes de la religión yoruba, un ancestral credo panteísta con fuerte arraigo en Cuba desde que llegó a la Isla en el siglo XVII traída del continente africano por los esclavos.

Efectivamente, hace doce meses los líderes religiosos Yorubas recomendaron “diálogo y conciliación” y predijeron “la apertura de convenios e intercambios entre países usando la vía marítima”. “Ellos siempre tienen la precisa, por eso les consultan por igual miembros del Comité Central del Partido Comunista, hasta académicos y campesinos”, asegura una señora de mediana edad, que se identifica como La Negra Caridad.

Sus creyentes y seguidores, que son mayoría en la Isla, no se olvidan y brindan en estos días a la espera de las nuevas predicciones para 2015. Como dicen aquí, en el país más ateo del Caribe, “el que no tiene de congo tiene de carabalí” (tribus africanas) y si no tiene de gallego que, como se sabe, son los que inventaron aquello de que “haberlas, haylas”. Pero el optimismo no se ciñe a los alegres bailadores afrocubanos, que el miércoles tensaban y disponían sus tambores batá para los rituales de fin de año.

Por su parte, desde las antípodas religiosas, Lenier González, un comunicador social de 33 años, vinculado como laico a la Iglesia católica cubana y uno de los gestores del proyecto ciudadano Cuba Posible (CP), se muestra cauto, aunque sin ocultar su alegría, al subrayar que la decisión de Obama no está exenta de riesgos. Si bien el Gobierno de Raúl Castro ha apostado desde el principio por recuperar las relaciones con Washington y el inquilino demócrata de la Casa Blanca ha puesto en práctica la totalidad de las prerrogativas presidenciales que le permite la Ley Helms-Burton, lo cierto es que no son pocos los escollos que ambos se encontrarán en el camino hacia la normalización de las relaciones, que, de acuerdo con expertos cubanos, será complejo.

En este aspecto, Lenier González recuerda que en enero, La Habana y Washington iniciarán la reconstrucción de una relación bilateral que deberá lidiar con el boicot político del núcleo duro del exilio cubano, que si bien es un grupo cada vez menor, sigue teniendo un sólido poder económico en el estado de Florida y gran influencia en el Congreso estadounidense.

Para González y el coordinador general de Cuba Posible, Roberto Veiga, es impredecible el impacto político y social que supondrá para Cuba el fin de más de cinco décadas de hostilidades y el intento de restablecer relaciones diplomáticas, económicas y financieras entre dos países radicalmente opuestos en el plano ideológico. De acuerdo con Veiga, un licenciado en Derecho de 50 años, esta nueva decisión “significa el desate del mayor nudo que ha estrangulado las posibilidades de sostener una dinámica amplia, intensa y serena de desarrollo en Cuba” y producirá beneficios a los dos países.

El mercado cubano Cuba es un mercado que puede suponer hasta 5.000 millones de dólares para los empresarios estadounidenses, con el consiguiente respaldo a la economía cubana y el balón de oxigeno que ello proporcionaría a las reformas que lleva a cabo el Gobierno del general Raúl Castro, quien ha utilizado toda la autoridad ganada en años de coherencia política para convencer a la dirección del país de que la transformación del modelo cubano no admite marcha atrás, y que se trata de una cuestión de vida o muerte para el sistema isleño.

A decir de los analistas locales, el mandatario cubano -inmerso en la progresiva transferencia de cargos políticos y ejecutivos a las nuevas generaciones- debe concretar el proceso al final de su segundo y último mandato al frente de la dirección del país, dispuesto por él mismo para dentro de tres años, cuando haya cumplido ya los 86 años de edad.

Diplomáticos cubanos de larga experiencia consideran que su relevo en el Gobierno será quien afronte los retos a medio plazo, desafíos de gran envergadura como lograr el consenso político interno en puntos primordiales acerca de la independencia y la soberanía nacional, el reparto social justo y equitativo de los recursos, el papel del Estado y la plena democratización política.

Consultados por DNA, investigadores del Centro de Altos Estudios adscritos a La Habana coinciden en el enorme desafío que esto supone para quienes sucedan en el Gobierno a los hermanos Castro. En primera instancia, tendrán que modernizar de una vez por todas las mentalidades sumamente ortodoxas que aún frenan el desarrollo de las reformas socioeconómicas en marcha y, además, buscar sinergias que aúnen en un espíritu negociador a los diversos grupos de cubanos que tanto dentro como fuera de la Isla defienden ideologías disímiles y apuestan por el pluralismo.

Pluralismo político En vigor desde 1986, la ley de Asociaciones de Cuba permite crear sociedades científico-técnicas, religiosas, culturales, artísticas, deportivas y otras con “fines de interés social”, pero sigue cerrada en banda a otras, y desde luego a cualquier otro partido político que no sea el omnipresente Partido Comunista de Cuba (PCC).

Cuando a las doce de la noche del 31 de diciembre sonó el himno nacional en todos los canales de televisión y las correspondientes salvas de cañón sustituyeron, como es habitual, a las ibéricas campanadas y su docenita de uvas, la mayoría de los cubanos levantaron sus copas por la paz y el progreso.

Entre ellos, muchos rogaron a todo el panteón Yoruba porque llegue cuanto antes una ley de asociaciones flexible que contribuya a la regeneración de una sociedad civil que en muchos aspectos aún es tratada como si todos los habitantes fueran menores de edad y un bloque de pensamiento homogéneo.