Se me está erizando la piel con lo que estoy oyendo”. Así reaccionaba el miércoles una cubana en el bar que regenta en Bilbao al conocer la noticia de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba tras cincuenta años de hostilidad. A las 17.00 GMT, el presidente estadounidense, Barack Obama, se dirigía al mundo para anunciar que “es momento de un nuevo enfoque” hacia la isla caribeña, pues el “aislamiento no ha funcionado”. Al mismo tiempo, desde La Habana, el mandatario Raúl Castro apelaba “al arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias”. Los cubanos han recibido la noticia con emoción y un deseo común: que los cambios anunciados por Obama repercutan en mejorar la vida cotidiana de los 11 millones de habitantes de la isla.
El mundo ha cambiado mucho desde aquel 3 de enero en el que Estados Unidos y Cuba rompieron relaciones diplomáticas. En los meses siguientes tuvieron lugar acontecimientos frenéticos: la fallida invasión de Bahía de Cochinos, la proclamación socialista de la Revolución, la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, la crisis de los misiles y el inicio del embargo a la isla. Estados Unidos pretendía acabar con la Revolución aislándola del mundo, pero Cuba tenía en esos momentos a la Unión Soviética. Con la desintegración de la URSS, la isla se hundió en una profunda crisis económica que llevó a la miseria a sus habitantes. Fueron los peores años de la Revolución cubana, hasta que la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela en 1999 y las posteriores victorias de la izquierda en las sucesivas elecciones que tuvieron lugar en Sudamérica devolvieron a Cuba al escenario internacional.
Hoy en día, Cuba no solo cuenta con el respaldo de América Latina al completo, incluidos México y Colombia, sino que es socio privilegiado del gigante asiático, China, hace parte de diferentes organismos internacionales, negocia con la Unión Europea un acuerdo de asociación y la ONU ha condenado en reiteradas ocasiones el embargo. Cuba no está aislada y, según varios analistas, los lobbies empresariales han estado presionando al Gobierno de Estados Unidos para no quedarse al margen. Es el Congreso estadounidense, dominado por el Partido Republicano, el que tiene en sus manos el levantamiento del embargo económico, pero Obama ha recurrido a sus facultades ejecutivas para tratar de vaciarlo de contenido. “El anuncio del miércoles tiene las dos caras de la moneda para Cuba. Una es la exitosa, la de que a pesar de que Estados Unidos siempre intentó el aislamiento internacional de la isla, en los últimos diez, quince años, Cuba no solo no ha quedado aislada, sino que ha incrementado sus relaciones, ha estado muy presente en organizaciones internacionales y la culminación de esto es lo que ha ocurrido ahora, que Estados Unido ha cambiado de política hacia la isla. La otra cara de la moneda es que Cuba está en un proceso de transformaciones intenso desde 2010 y ahora llega el momento de la verdad, porque a partir de ahora ya no va a tener la excusa del bloqueo de Estados Unidos para justificar los fracasos. El reto del Gobierno cubano al respecto es importante, lograr hacer las transformaciones, manteniendo la visión que tienen, en esta nueva tesitura”, explica Alexander Ugalde, profesor de Relaciones Internacionales de la UPV/EHU.
El embargo Barack Obama es el undécimo presidente de EE.UU. desde el triunfo de la Revolución. Durante estos 54 años, la posición estadounidense respecto a Cuba ha sido una política de estado, respaldada por la ciudadanía, sin embargo, las encuestas arrojan hoy en día que la población, incluida la cubanoestadounidense, está mayoritariamente a favor de levantar el embargo económico, que actualmente impide a las empresas estadounidenses llevar a cabo cualquier tipo de negocio en Cuba y prohíbe que estadounidenses viajen a la isla así como el gasto en dicho territorio. Es más, en caso de gastar dinero en Cuba, los ciudadanos estadounidenses se enfrentan a multas de hasta 65.000 dólares.
La política exterior estadounidense es potestad de la Casa Blanca, pero el embargo solo puede eliminarse en el Congreso, pues está consagrado varias normas, entre ellas la ley Helms-Burton de 1996, que permite a Estados Unidos demandar ante tribunales del país a las empresas extranjeras que negocien con propiedades confiscadas a estadounidenses tras la llegada al poder de Fidel Castro. El embargo ha costado a la economía cubana 1,1 billones de dólares y a la estadounidense, 1.200 millones.
En su discurso del miércoles, Obama admitió que la política de aislamiento “ha fracasado durante décadas” y pidió un debate “honesto” en el Congreso estadounidense sobre el fin de esta legislación. Inmediatamente después, el senador Marco Rubio, descendiente de cubanos, anunció su rotundo rechazo. También algunas voces desde Miami se mostraron reacias a cualquier cambios en la política hacia la isla, pero los analistas consideran que esta visión es minoritaria. “Hay un pequeño sector de la clase política estadounidense y una parte del exilio cubano que está en contra , pero es muy llamativo que gran parte de la opinión pública, los medios de comunicación, está a favor de levantar el embargo. Este clima favorece al presidente estadounidense. Y, efectivamente, aunque el bloqueo está ahí y Estados Unidos tiene que cambiar la legislación, creo que, a pesar de los obstáculos, es algo que se va a lograr. Estas cosas no son decisiones de dos personas, y el presidente de Estados Unidos no da este tipo de pasos en el aire”, opina Ugalde.
Progresión Desde que llegó a la presidencia, Obama ha aprobado varias normas para flexibilizar los viajes y el envío de remesas a la isla caribeña. En su primer año en el poder y cumpliendo su promesa electoral, el mandatario eliminó las restricciones que impuso su predecesor, George W. Bush, al permitir a los cubanoestadounidenses -dos millones, además de otros ocho millones de descendientes- visitar a sus familiares en la isla sin periodos de estancia máximos ni límite de frecuencias. A estos también se les autorizó a llevar o enviar las cantidades de dinero que decidieran, además de teléfonos móviles y ordenadores, algo que repercutió inmediatamente en la vida de miles de cubanos y coincidió además con la autorización para la compra-venta de electrodomésticos, teléfonos móviles, coches, viviendas, etc. Además, las operadoras de Estados Unidos pudieron suscribir contratos para operar en la isla. Dos años después, Obama permitió a los estadounidenses que quisieran viajar por motivos religiosos, académicos, culturales o deportivos a la isla poder hacerlo con más facilidad. Asimismo, se permitió a los estadounidenses a enviar dinero a cubanos por un máximo de 500 dólares por trimestre para apoyar actividades económicas privadas, siempre y cuando los beneficiarios no fueran a altos funcionarios del Gobierno ni del Partido Comunista. Asimismo, todos los aeropuertos internacionales en Estados Unidos pudieron empezar a ofrecer vuelos a la isla.
Las nuevas medidas adoptadas por Obama incluyen, entre otras, un incremento del límite de dinero que se permite enviar a Cuba, de 500 a 2.000 dólares, un aumento de las autorizaciones de viaje a estadounidenses, así como el uso de tarjetas de crédito y débito para los viajeros en la isla. Los cubanos esperan que el aumento del flujo de visitantes y el incremento de las remesas ayude a mejorar la vida cotidiana de muchos de los habitantes. Sin embargo, los opositores a cualquier tipo de flexibilización de la política hacia la isla ya han anunciado que darán la batalla también a las medidas anunciadas por Obama. Marco Rubio, por ejemplo, ha anunciado su pretensión de bloquear la confirmación de un eventual embajador en Cuba. Por su parte, su colega Lindsey Graham, senador republicano por Carolina del Sur, ha asegurado que tratará de apoyar medidas que limiten los recursos para realizar los cambios políticos, incluyendo el dinero para establecer una embajada en La Habana. Y es que aunque la política exterior sea potestad de la Casa Blanca, el Congreso tiene el control sobre el desembolso de fondos y la supervisión de los programas del ejecutivo. A favor de Obama juega que algunos congresistas republicanos, sobre todo de estados donde la agricultura juega un papel importante, se han mostrado abiertos a apoyar la iniciativa de Obama, ya que sus estados podrían beneficiarse de la apertura económica hacia la isla.
La actualización del modelo Por su parte, Cuba lleva cuatro años de profundas transformaciones para actualizar el modelo socialista cubano para hacerlo más efectivo. Para ello, el Gobierno se puso como objetivo desinflar la plantilla estatal y mejorar la productividad en la isla, uno de los mayores lastres de la Revolución. Desde entonces, lo más llamativo ha sido la aparición de pequeños negocios privados y cooperativas que han dado una nueva imagen a las bulliciosas calles de La Habana. En un discurso que marcó el cambio de rumbo en la política económica de la isla, Raúl Castro admitió hace exactamente cuatro años: “O rectificamos o ya se acaba el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos el esfuerzo de generaciones enteras”. Pero, además, el mandatario ha emprendido unos ansiados cambios en política migratoria, gracias a los cuales, todos aquellos cubanos que puedan costearse las visas necesarias y el billete pueden viajar fuera de la isla sin restricciones, a excepción de los cuadros más valorados por el Gobierno. “Cuba seguirá el camino vietnamita y chino, transformación de la economía y continuar con el modelo propio de la isla en cuanto a la política”, sostiene el profesor Alexander Ugalde.
Parte de la comunidad internacional espera también una transición política que instaure un sistema multipartidista y elecciones libres y democráticas. Sin embargo, esta cuestión no está en el horizonte de una dirigencia que llegó al poder hace 55 años.
Relaciones diplomáticas. Inicio inmediato de discusiones entre Estados Unidos y Cuba para restablecer relaciones diplomáticas, suspendidas en enero de 1961.
Embajadas. Restablecimiento de una embajada estadounidense en La Habana y la puesta en marcha de intercambios y visitas de alto nivel entre los dos gobiernos.
Migración. Trabajar conjuntamente en asuntos como la migración, la lucha antinarcóticos, etc.
Viajes. Facilitar una expansión de los viajes de estadounidenses a la isla con la emisión de licencias para personas autorizadas.
Entrenamiento empresarial. Establecer cambios para permitir que estadounidenses ofrezcan entrenamiento empresarial a empresas privadas cubanas y pequeños agricultores.
Remesas. Facilitar el envío de remesas hacia Cuba: habrá un incremento en el límite de dinero que se permitirá enviar, de los 500 dólares actuales a 2.000 dólares por trimestre y ya no se requerirá una licencia específica para los fondos de apoyo para el desarrollo de empresas privadas en Cuba.
Exportación. Ampliación de los permisos comerciales para ventas y exportación de ciertos productos y servicios desde EE.UU., como materiales de construcción y equipo agrícola para pequeños agricultores, con el objetivo de apoyar “al naciente sector privado cubano”.
Importación. Autorización para que ciudadanos estadounidenses importen productos desde Cuba, como tabaco y alcohol por valor de hasta 400 dólares.
Transacciones. Facilitar las transacciones autorizadas entre Estados Unidos y Cuba, como el uso de tarjetas de crédito y débito para viajeros en Cuba.
Internet. Iniciar esfuerzos para facilitar el acceso de los cubanos a las comunicaciones, incluido internet, tanto dentro de Cuba como desde Cuba a Estados Unidos y el resto del mundo. Se autorizará la exportación comercial de ciertos dispositivos de comunicaciones, software, aplicaciones y hardware.
Sanciones a terceros. Revisar la forma como se aplican sanciones a Cuba en terceros países, como otorgar licencias para ofrecer servicios y transacciones financieras a individuos cubanos en terceros países y permitir que embarcaciones extranjeras entren a Estados Unidos después de cooperar en ciertos intercambios humanitarios con Cuba.
Terrorismo. Iniciar una revisión de la designación de Cuba como “estado patrocinador del terrorismo” en 1982.