Manila - Al menos 23 personas murieron y más de un millón quedaron desplazadas en Filipinas por el Hagupit, que pierde fuerza y ha sido rebajado de tifón a tormenta tropical según se acerca a Manila, por cuyas cercanías pasaba esta pasada noche. Los vientos sostenidos de 175 kilómetros por hora con los que Hagupit tocó tierra este sábado en la localidad de Dolores, en Samar Oriental (centro de Filipinas), se convirtieron esta jornada en vientos de 85 kilómetros por hora. No obstante, los vientos siguen siendo peligrosos, así como las inundaciones creadas por las copiosas precipitaciones.

“Dieciséis de los fallecidos fueron a causa de una riada provocada por las intensas lluvias en la localidad de Borongan, en Samar Oriental”, explicó Richard Gordon, presidente de la Cruz Roja filipina, la organización que ha ofrecido el balance de 23 víctimas mortales. Aunque el Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Riesgo de Desastres de Filipinas aún no ha confirmado esa cifra, Gordon declaró a la cadena de televisión local ANC que el balance de víctimas mortales puede crecer porque “hay muchas zonas a las que todavía no se ha conseguido llegar”. “Seguimos peinando la zona, pero muchas de ellas no son de fácil acceso y, como la red de comunicación se ha visto afectada, no podemos recibir información”, explicó el máximo representante de la Cruz Roja filipina.

Material de ayuda humanitaria Las agencias gubernamentales comenzaron ayer la distribución de material de ayuda humanitaria, mientras más de 1.700 soldados habilitan las carreteras en la isla de Samar, donde el viento destruyó numerosos hogares y derribó árboles. En Manila, autoridades y residentes continúan los preparativos para recibir a la tormenta que, según la Agencia Meteorológica de Filipinas (PAGASA), avanza a 15 kilómetros por hora con vientos sostenidos de 85 kilómetros por hora y ráfagas de hasta cien kilómetros por hora.

Se evacuan las zonas cercanas a la costa de Manila, que se inundan frecuentemente, se han suspendido todas las clases en colegios y universidades, y se han cerrado las oficinas gubernamentales. Además, el sistema de transporte público ferroviario cerró ayer antes de la hora habitual, mientras que las empresas acortaron la jornada de trabajo para que la gente pudiera volver a sus hogares antes de la llegada de Hagupit.

Manila, que se encuentra bajo nivel de alerta 2 de un máximo de 4, es una de las ciudades con mayor densidad de población del mundo (doce millones de personas), lo que, unido al mal estado de las infraestructuras, provoca que se produzcan graves inundaciones varias veces al año.

Aparte de informaciones puntuales sobre algunos estragos ocasionados por el tifón, el Gobierno filipino aún no ha publicado un informe oficial sobre el total de los daños. “Esta vez las autoridades locales se han preparado mucho mejor de lo que lo hicieron antes de Haiyan el año pasado, la gente se ha mudado voluntariamente y eso, de momento, parece que ha dado buenos resultados”, indicó el domingo el portavoz de la Presidencia, Edwin Lacierda.