Edimburgo - La historia de Escocia ha estado siempre, de una manera u otra, ligada a Inglaterra. Desde su creación, los vecinos del sur se ganaron el apodo del "Viejo enemigo" y durante siglos los escoceses lucharon para mantener su soberanía. Todo eso cambió en 1707 con la firma de Acta de Unión por la que los dos parlamentos se hacían uno en Londres. En ese mismo instante, Escocia dejó de existir como país independiente. El próximo 18 de septiembre los ciudadanos tendrán la oportunidad de decidir si ese pacto se rompe y, tras 307 años, la unión desaparece. A seis meses de la consulta, el veredicto de los ciudadanos parece imposible de adivinar. El profesor de historia escocesa en la Universidad de Edimburgo, Ewen Cameron (Inverness, 1967) asegura que la decisión no es solo política sino que está ligada directamente con la identidad que se construyó a partir del siglo XVIII. El experto en historia posunión avisa de que independientemente del resultado que salga, "la conversación" entre ambas naciones seguirá por muchos años.

¿Qué papel juega la Historia en este referéndum?

-Es importante porque la consulta, básicamente, trata de dar un veredicto a la unión de los Parlamentos. Si gana la independencia, supondrá un fracaso para la Unión, si gana el no significará que funciona. Sea como sea, se decidirá si el experimento llamado Reino Unido es bueno o malo.

Usted ha afirmado en declaraciones públicas que la independencia "es posible". ¿Qué quiere decir con eso?

-Escocia puede ser independiente, otra cosa es que deba serlo, eso ya es algo que cada uno debe decidir. Lo que yo digo es que los unionistas no deben enrocarse en la posición de decir "Escocia no puede ser independiente". Hay que tener en cuenta que Reino Unido no es como España en ese aspecto. Incluso a Irlanda se la dejó separarse tras la guerra, en 1922 por lo que decir que "no se puede separar" es peligroso en el sentido de que puede sembrar semillas de violencia, algo que, afortunadamente, no ha formado parte de nuestro nacionalismo.

Y, ¿podría sobrevivir como estado separado de Gran Bretaña?

-Sí, estamos mejor equipados para la independencia que muchos otros estados. Tenemos nuestra iglesia, Universidades, el Parlamento..., en general, poseemos las instituciones básicas. Además, Escocia es conocida en el mundo y el gaélico o la historia escocesa se enseñan en la escuela. Muchas cosas ya están en marcha, por lo que no habrá tanto cambio, no habrá tantas diferencias con el país que conocemos hoy en día.

¿Escocia lo ha sido menos desde su unión con Inglaterra?

-Yo no diría que ha sido menos. Parte de la identidad escocesa se mantuvo tras la creación de Reino Unido. No había corte real o moneda, por lo que la gente tuvo que trabajar más duro para mantener sus raíces. Por eso hoy estamos debatiendo sobre la independencia del país. La relación para con Gran Bretaña no ha sido de víctima. De hecho, Escocia contribuyó muchísimo a la expansión del Imperio británico.

Sin embargo, la unión trajo una nueva identidad a la isla, ¿no es así?

-Efectivamente. Pero lo interesante de ese concepto es que no se han visto como identidades rivales. Los habitantes se pueden considerar escoceses y británicos al mismo tiempo. Es cierto que en los últimos veinte años, cada vez hay más gente que se considera solo escocesa o solo inglesa. Por eso la campaña está tan reñida. Nadie puede saber quién ganará porque están pidiendo tomar una decisión que corta de raíz esa identidad, forzando a los ciudadanos a elegir. Ahí radica la dificultad.

¿Cuáles son los factores que sitúan el referéndum en este momento de la Historia?

-Si hablamos en un plazo corto de tiempo, la victoria por mayoría absoluta del Partido Nacional Escocés (SNP, en inglés) en el año 2011. Sin embargo, los factores se establecieron desde la misma creación de Reino Unido. Como la identidad escocesa sobrevivió, el independentismo forma parte de la raíz misma del estado, por lo que el debate era casi inevitable. De alguna manera, cualquier país multinacional contiene las semillas de su autodestrucción.

En esta línea, ¿diría usted que este es el gran momento para el nacionalismo escocés?

-Sí, es el más grande del movimiento independentista, pero vendrán más. Tenemos una ruta para la separación que es algo nuevo. Sin embargo, habrá elecciones cuando Escocia todavía forme parte de Reino Unido e, independientemente del resultado de la consulta, el SNP tendrá mucho que decir. Incluso si se votara que no, las negociaciones para ampliar la autonomía seguirán existiendo.

Teniendo en cuenta los hechos, ¿asistimos al año clave para Escocia?

-Yo diría que es un gran momento, pero no clave. Ha habido predicciones de que la Unión se rompería, pero de momento, ha durado ya 300 años. Después de la consulta, elementos de Reino Unido sobrevivirán y todavía hablaremos de esto dentro de treinta años. El referéndum es el comienzo del proceso así que el día 19 de septiembre nos levantaremos y todo será confuso y raro. Hace tres siglos que Escocia y Reino Unido comenzaron una conversación de la que el referéndum es una parte pero que todavía seguirá durante mucho tiempo.