WASHINGTON. Se trataba de la primera de las dos ejecuciones previstas para este día en el estado y venían precedidas de una fuerte polémica, ya que la Corte Suprema de Oklahoma había suspendido la semana pasada, de forma temporal, ambas ejecuciones, al entender que había una falta de información sobre los fármacos usados en las inyecciones letales.
Los condenados eran Clayton Lockett, que fue declarado culpable de matar a tiros a una mujer de 19 años de edad, a quien él y otros dos hombres secuestraron en junio de 1999; y Charles Warner, que fue acusado de violar y asesinar a un niño de 11 meses de edad.
La suspensión fue rechazada el pasado jueves, momento en el que los abogados de ambos presos advirtieron de que "ni siquiera se sabe si las drogas de inyección letal que se utilizarán se obtuvieron legalmente, y no se sabe nada acerca de su origen, pureza y eficacia, entre otras cuestiones".
De hecho, el letrado de Lockett ya insistió en que los medicamentos que no son aprobados por la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) "podrían causar muertes innecesariamente dolorosas", lo que equivaldría a "un castigo cruel e inusual, en violación de la Constitución".
Finalmente, la primera de las ejecuciones ha tenido lugar este martes, aunque a causa de los problemas con la inyección letal el director del Departamento de Prisiones de Oklahoma, Robert Patton, ha anunciado que queda suspendida, al menos hasta dentro de dos semanas, la segunda ejecución programada, que corresponde al condenado a la pena capital Charles Warner.
UNA ESCENA ANGUSTIOSA
Los testigos aseguran que en la sala de ejecuciones se vivió "una escena angustiosa", debido a que la forma de administración de las drogas para acabar con la vida de Lockett no fue la correcta, de acuerdo con la información del diario estadounidense 'The New York Times'. "Fue una chapuza", ha asegurado el abogado del fallecido.
Un médico comenzó a administrar el primer fármaco a las 18:23 horas (hora local) y diez minutos más tarde aseguró que el preso estaba inconsciente. En ese momento, comenzó a administrar otros dos fármacos. Sin embargo, las cosas empezaron a ir mal y el cuerpo de Lockett se movió. "Sus pies se sacudieron y él murmuró", según dijeron los testigos.
Tras cerca de 45 minutos agónicos y después de haber abortado la ejecución a causa de los contratiempos, Lockett murió de un infarto. Pese a las múltiples críticas recibidas, los funcionarios locales aseguran que los medicamentos fueron obtenidos legalmente en farmacias autorizadas.
Los estados que mantienen la pena de muerte en Estados Unidos han empleado tres inyecciones letales diferentes durante las últimas décadas, pero las empresas farmacéuticas han dejado de vender esas drogas en los últimos años.
Algunos estados han recurrido a las farmacias de compuestos, que producen pequeñas cantidades de medicamentos con receta médica, lo que ha llevado a los abogados defensores a cuestionar la calidad de los medicamentos y si éstos pueden causar un dolor indebido durante la ejecución.