NAIROBI. Las celebraciones más solemnes tendrán lugar en la capital, Kigali, donde se encenderá una Llama del Duelo Nacional que arderá durante cien días.
A primera hora de la mañana, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, recibirá la denominada "llama del recuerdo", que el pasado 7 de enero inició un recorrido por una treintena de poblaciones en las que se han impartido talleres de educación por la paz.
Utilizará esta antorcha para prender la Llama del Duelo Nacional en el Centro Conmemorativo del Genocidio de Kigali, donde permanecerá encendida durante los mismos días que duró la masacre tutsis perpetrada por hutus extremistas entre abril y junio de 1994.
Posteriormente, se celebrará un acto oficial en el estadio Amahoro con presencia de familiares de las víctimas procedentes de todo el país y representantes gubernamentales de numerosas naciones.
Entre los enviados internacionales no figurará Francia, que ayer canceló su presencia en todos los actos oficiales tras conocer unas declaraciones de Kagame en las que acusa a los militares franceses de haber estado implicados en la preparación y "ejecución" de la matanza.
Por la tarde habrá una marcha ciudadana que partirá desde la sede del Parlamento y culminará en el mismo estadio deportivo, donde se habrá una vigilia con canciones y proyecciones sobre uno de los episodios más sobrecogedores de la Historia.
Está previsto que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, participe en los actos oficiales de conmemoración del genocidio, tragedia a la que la comunidad internacional no supo reaccionar, según admitió ayer en una visita a Bangui.
"La comunidad internacional falló a la población de Ruanda hace veinte años", fue un "error" que "no se debe repetir", señaló el máximo representante de Naciones Unidas.
Aunque existían indicios claros de la situación que se estaba gestando desde meses antes, el conflicto estalló el 6 de abril con el asesinato del presidente ruandés Juvenal Habyarimana, cuando el avión en el que viajaba fue derribado poco antes de aterrizar en el aeropuerto de Kigali.
El asesinato de Habyarimana (de la etnia hutu), que murió junto al presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira, que lo acompañaba, fue el detonante de la matanza colectiva iniciada por hutus radicales en la que el 70 % de las víctimas mortales fueron tutsis.
Al día siguiente, diez "cascos azules" belgas que protegían a la primera ministra, Agathe Uwilingiyimana, fueron asesinados junto con la dirigente, lo que llevó a Bruselas a ordenar la retirada de su contingente.
En la matanza que siguió perdieron la vida 800.000 personas en poco más de tres meses, muchas de ellas asesinadas a machetazos por milicias civiles.