Nacido en Barcelona, de alma culé y capaz de hablar con fluidez castellano, catalán, francés e italiano. Así es Manuel Valls, hijo del pintor catalán exiliado en Francia Xavier Valls y que pisará la alfombra del Hotel Matignon, residencia oficial del primer ministro de Francia.

Valls nació en Barcelona en agosto de 1962, cuando sus padres estaban de vacaciones en Catalunya. Y es sobrino-nieto de Manuel Valls i Gorina, compositor del himno del F.C. Barcelona, de donde le viene la afición por el club azulgrana. Con sólo 17 años, estando en París, se afilió al Partido Socialista francés, cuna de su carrera meteórica. Entre otros cargos ha sido responsable de prensa del gabinete de Lionel Jospin, alcalde de Évry, y candidato a las primarias socialistas que ganó François Hollande, quien le ofreció el Ministerio del Interior cuando llegó al Elíseo. Fruto de esa meteórica carrera, Valls fue nombrado ayer primer ministro de Francia, tras cosechar una enorme popularidad en los dos años últimos años.

Valls, que se define como un "socio-liberal a la francesa" y partidario de la "tercera vía" del ex primer ministro británico Tony Blair, toma las riendas del Ejecutivo francés en sustitución de Jean-Marc Ayrault. Ideológicamente alejados, pese a formar parte del mismo partido, Valls y Hollande aproximaron sus posturas en la campaña para los comicios presidenciales de 2012. Su conocimiento de los barrios más sensibles y su gestión de la seguridad en Evry, a las afueras de París, le otorgaban méritos para hacerse cargo del Ministerio del Interior, puesto en el que ha logrado convertirse en el político mejor valorado de un Gobierno impopular. En ese gabinete ha encarnado los valores más conservadores del PS, centrándose en la lucha contra la criminalidad con la creación de zonas de seguridad especiales en barrios sensibles y multiplicando sus apariciones ante los medios.

En 2007, incluso estuvo a punto de entrar en el primer Gobierno del conservador Nicolas Sarkozy, quien estaba deseoso de integrar a políticos de izquierda en su proyecto de "apertura", pero prefirió plegarse a la disciplina del partido, aunque no abandonó la línea crítica con la dirección del PS francés.

Un ejemplo de su protagonismo en la actualidad política es la guerra que emprendió contra el polémico cómico Dieudonné y sus reiteradas bromas contra la comunidad judía. Valls salió victorioso de esa batalla y Dieudonné, discreto en los últimos meses, intenta saldar ahora sus cuentas pendientes con el fisco por las diversas condenas en su contra por declaraciones antisemitas.

La designación al frente de Interior le colocó como una de las figuras más visibles del equipo de Hollande, oportunidad que no ha desaprovechado y que le ha convertido en el perfecto sustituto del primer ministro. Pero su gestión como "primer policía de Francia" ha exasperado a los ecologistas, que forman coalición con los socialistas y que amenazaban con abandonar el Ejecutivo si Valls asumía el mando del Gobierno.

Instalado en Francia en la adolescencia, comenzó muy joven a militar en movimientos de izquierda y a los 17 años se afilió al PS, aunque no obtuvo la nacionalidad francesa hasta los 20 años. Su entrada en el partido, cuando era estudiante de historia, se debió a su afinidad a la línea centrista defendida por Michel Rocard, que contrastaba con el izquierdismo de Mitterrand. Rocard le nombró ministro de Relaciones con el Parlamento en 1988, con tan sólo 26 años.

Valls volvió al Gobierno en 1997 de la mano del entonces primer ministro Lionel Jospin, que le eligió consejero para la Comunicación y la Prensa. Tras fracasar en un primer intento por convertirse en diputado en 1997, fue elegido alcalde de Evry en 2001 y logró entrar en la Asamblea Nacional al año siguiente. Su popularidad local no dejó de crecer, a la par que su dimensión nacional. De cara a las primarias socialistas de 2011, Valls apoyó inicialmente a Dominique Strauss-Kahn, antes de que un escándalo sexual acabara con las aspiraciones del exdirector del FMI, lo que le animó a presentar su propia candidatura. Quedó penúltimo entre los seis aspirantes, con el 6% de los votos, pero Hollande le rescató.