Atenas. Grecia asume el miércoles la presidencia de turno de la Unión Europea, un semestre en el que se ha propuesto impulsar el empleo juvenil y mejorar la política de inmigración, pero que estará también marcado por la omnipresencia de la troika y un Gobierno que vive su momento más frágil. El Gobierno de Atenas ha elegido como pilares de su presidencia cuatro temas de importancia cardinal para los países del sur: la unión bancaria, la política de inmigración, la lucha contra el desempleo juvenil y la política marítima.

Si bien en la reciente cumbre de Bruselas se alcanzó un acuerdo sobre el mecanismo de resolución de entidades financieras en crisis, en relación con la unión bancaria hay todavía temas pendientes que para Grecia y otros países del sur son fundamentales.

En una reciente entrevista con Efe, el viceministro griego de Exteriores y responsable de Asuntos Europeos, Dimitris Kúrkulas, señaló que "un tema muy importante para nosotros" es el problema del fuerte diferencial que existe entre los países miembros en el coste del crédito. "No es aceptable ni sostenible que las compañías en los estados del sur tengan que pagar tipos de interés tan elevados para poder financiarse. Esto crea una distorsión de la competencia entre estas y las empresas en el norte, que se financian a precios más bajos. Para nosotros esto es un tema muy importante para la sostenibilidad de la eurozona", recalcó el viceministro. En materia de inmigración Grecia quisiera lograr entre los socios un reparto más justo de los inmigrantes indocumentados que utilizan Grecia, Italia, España, Chipre y Malta como puerta de entrada a Europa.

En cuanto a las políticas de crecimiento y empleo, Atenas espera lograr "cuanto antes" que se apliquen algunas de las medidas aprobadas, especialmente en la lucha contra el desempleo juvenil, que en Grecia afecta al 60% de los menores de 25 años. La última de las prioridades de la presidencia helena es impulsar la política mediterránea en todo su contexto global, es decir desde la política pesquera y el tráfico marítimo, hasta la cooperación energética y de defensa, un abanico que -según Atenas- ofrece un enorme potencial económico y del que no se ha sacado el suficiente provecho.

Aunque el primer ministro, el conservador Andonis Samarás, sostiene que la presidencia helena será "la presidencia de la esperanza", pues se produce en un momento en que el Ejecutivo espera salir de la recesión, también es cierto que el semestre viene lastrado por una serie de problemas internos. En primer lugar está la omnipresencia de la troika de acreedores (Comisión Europea, FMI y Banco Central Europeo), que aterrizará en Atenas nada más empezar el año para seguir con la revisión periódica del proceso de reformas griego y ver si da o no luz verde al desembolso del siguiente tramo de ayuda, de 3.100 millones de euros.

Uno de los principales escollos que se plantearán en las negociaciones será el agujero fiscal que sigue planeando sobre los Presupuestos Generales de 2014, aprobados en diciembre por el Parlamento griego, sin contar con el plácet de la troika. Los acreedores han venido insistiendo en los últimos meses en que Grecia debe hacer mayores esfuerzos para ajustar sus cuentas y recelan de las previsiones del Gobierno. Todo esto se produce en un momento en que la coalición gubernamental de conservadores y socialdemócratas se encuentra en el momento más frágil desde que en junio se quedara en una alianza bipartita al perder a su tercer socio, el izquierdista Dimar.

Cada ley sometida a votación en el Parlamento le ha costado la pérdida de algún diputado y, desde la aprobación del nuevo impuesto inmobiliario el pasado día 21, la coalición gubernamental ya solo cuenta con dos escaños por encima de la mayoría absoluta. Además, al final de su presidencia, Grecia celebra elecciones municipales y europeas, una cita que puede ser crucial para la supervivencia del Gobierno. Mientras, continúa el descontento y los actos de violencia. Ayer, varios desconocidos efectuaron disparos al aire ante la residencia del embajador alemán en Atenas, sin registrarse víctimas.