Kristina Dunz/Christiane Jacke

berlín

PERDÓN, mi móvil está sonando", dice Angela Merkel y saca el aparato del bolsillo. Está en medio de un discurso ante la patronal alemana y acalla la inoportuna llamada. El público reacciona divertido ante la escena que revela que el teléfono móvil es compañero fiel de la líder germana. Merkel revisa su móvil durante los debates parlamentarios y es muy afecta a enviar mensajes cortos firmados con sus siglas am. La política de la canciller germana es inconcebible sin el móvil, un instrumento que le sirve en la gestión de gobierno, los rescates del euro o las negociaciones para una nueva coalición. Merkel no sabía hasta ahora que a pesar de no constituir un peligro para la seguridad mundial, todo apunta a que los servicios estadounidenses vigilaron sus llamadas de móvil o incluso aún las controlan.

Alemania reaccionó indignada a esta sospecha alimentada al parecer por material del extécnico de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) Edward Snowden que citaba el miércoles el Der Spiegel.

Merkel pidió explicaciones por teléfono a Obama y el ministro de Exteriores Guido Westerwelle citó al embajador estadounidense. El gremio parlamentario de control de los servicios secretos alemanes llamó a una reunión urgente en la cual los diputados fueron puestos al tanto de la situación. Se reunieron en una sala a prueba de escuchas, o por lo menos eso creen. De ser fundadas las sospechas, todos se preguntan la razón de este espionaje.

La canciller y Alemania son socios de Estados Unidos y Merkel nunca llevaría adelante una política que socavase la relación transatlántica que tanta importancia tiene para los alemanes. Obama aseguró personalmente a Merkel que los servicios de inteligencia no están vigilando sus llamadas. Aseveró que "Estados Unidos no está monitoreando ni monitoreará las comunicaciones de la canciller", dijo el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, pero declinó aclarar si las llamadas habían sido vigiladas en el pasado.

El gobierno alemán aún espera explicaciones detalladas de Washington sobre los indicios de que sus servicios secretos espiaron millones de datos de telecomunicaciones de alemanes. Una delegación encabezada por el ministro del Interior Hans-Peter Friedrich fue recibida cordialmente en la capital norteamericana, pero regresó con las manos relativamente vacías. "Es indignante que no sólo Merkel esté siendo espiada, sino también los ciudadanos y las ciudadanas de Alemania", sostuvo el presidente del Partido Socialdemócrata y probablemente futuro vicejefe del próximo gobierno de Merkel. Alemania, celoso de la protección de datos, fue uno de los países que más reaccionó a las filtraciones del espionaje masivo de la NSA. Entonces, Merkel trató de calmar un poco los ánimos alegando que el socio americano necesitaba tiempo para responder, pero ahora ha cambiado el tono. Su conversación con Obama fue al parecer muy clara y seria. Un día bastante negro para las relaciones entre ambos países, se dijo en los pasillos del Gobierno.

Merkel no es la primera estadista que está presuntamente en la mira de la NSA. Sus pares de Brasil, Dilma Roussef, el expresidente de México Felipe Calderón y el jefe de Estado de Francia, François Hollande, se quejaron ante Obama por situaciones similares.

La jefatura de Gobierno alemana no tiene pruebas de la presunta vigilancia y calla sobre las consecuencias.

"Perdón, me suena el móvil"

El teléfono, que siempre lleva en su mano, es el compañero fiel de Merkel

Angela Merkel. Foto: afp