amsterdam. El rey Guillermo Alejandro de Holanda prestó ayer juramento y fue investido durante una reunión plenaria del Parlamento holandés en la Iglesia Nueva de Ámsterdam, ante unos 2.000 asistentes. "Juro que defenderé y guardaré siempre con todas mis fuerzas la independencia y la integridad del territorio del Reino, que protegeré la libertad y los derechos de todos los holandeses y todos los residentes en los Países Bajos", dijo el monarca, al leer el texto de la jura con una mano sobre un ejemplar de la Constitución holandesa. En su primer discurso como rey de Holanda, Guillermo Alejandro, de 46 años de edad, prometió servir a la comunidad imprimiendo un sello personal al ejercicio de su cargo y velando por que cada quien en su país "pueda expresar su propia voz". El sucesor de la reina Beatriz, de 75 años de edad, admitió que actualmente en Holanda hay muchas personas que se sienten "vulnerables" por la precariedad del empleo e "inseguras" por el nivel de sus ingresos o por su "entorno vital".
sin coronación Guillermo Alejandro señaló que el hecho de que en Holanda el rey no tenga responsabilidad política "no quiere decir que no cargue con una responsabilidad". El rey tuvo en su discurso palabras de agradecimiento para su madre, la ahora princesa Beatriz, y destacó el difícil compromiso asumido por su esposa, la reina Máxima, de origen argentino. De ella señaló que, siendo consciente de las limitaciones del cargo, "abrazó Holanda y se ha convertido en una holandesa más". Guillermo Alejandro es el primer rey de Holanda en 123 años, después de las reinas Emma (1890-1898), Guillermina (1898-1948), Juliana (1948-1980) y Beatriz (1980-2013). En Holanda los reyes no son coronados, sino que prestan juramento y son investidos. Por esto, la corona como símbolo de la soberanía del reino de los Países Bajos no le fue colocada en la cabeza, sino que permaneció durante la ceremonia en una mesa de credencia, junto con otras regalías como el cetro y la espada real.
A diferencia de sus antecesores del siglo XIX, Guillermo Alejandro no vestía un uniforme militar, sino un frac con una banda naranja cubierto por el manto real, de armiño, que ya se había puesto el primer monarca holandés, Guillermo I, en 1815.
la reina máxima Al lado izquierdo del rey estaba sentada su esposa y ahora reina Máxima, quien llevaba un vestido de color azul cobalto (en holandés azul real) diseñado por el modista holandés Jan Taminiau y un diadema de plata que pertenecía a la reina Emma. Las tres hijas de la pareja real, Amalia, Alexia y Ariane, de nueve, siete y seis años, respectivamente, vestían falditas del mismo color, diseñados por la casa modista belga Natan. Entre los invitados extranjeros a la ceremonia de investidura figuraban representantes de todas las casas reales europeas y de varias no europeas, entre ellos el príncipe Carlos de Gales y la duquesa Camila, y los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia. Al término de la ceremonia en la Iglesia Nueva, los reyes de Holanda volvieron al Palacio Nacional para recibir a todos los invitados a los actos de traspaso del trono holandés.