Las principales carreteras de Belén quedaron cortadas ayer y las calles se llenaron de policía. Pero la causa esta vez no era el estallido de disturbios ni, como indicaba la inusual cantidad de gente expectante en las aceras, la visita de un mandatario occidental. Era un maratón oficial internacional. El primero en la historia de Palestina.

Signe Fischer, una corredora de maratones danesa que trabajaba en una ONG de su país en Palestina, fue la que tuvo la idea. "Palestina no se visita por el miedo al conflicto que se ve en la tele, pero Belén tiene mucho más que ofrecer, y pensamos que sería una buena manera de favorecer el intercambio cultural y el entendimiento", explica. Y efectivamente, alrededor de 650 corredores de 28 países participaron en el maratón, el 30% de ellos extranjeros, que aprovecharon la oportunidad para hacer turismo y excursiones por la zona.

Irónicamente, comentaban algunos espectadores, aquello que la gente teme de Palestina es justamente lo que sucedió en Boston, que a su vez obligó a intensificar las medidas de seguridad en el maratón de Londres que también se celebró ayer. La modesta policía palestina fue la encargada de que todo saliese bien en Belén ayer; por su parte, los corredores guardaron un minuto de silencio por las víctimas de Boston antes de la carrera.

Los ganadores fueron palestinos: Abdelnasser Awajneh, que completó el maratón en 3 horas, 9 minutos y 47 segundos, y Christine Gebler, también palestina, que cruzaba la meta a las 3 horas, 36 minutos y 37 segundos. Se suele decir que lo más importante es participar; en este caso, la participación era propiamente el verdadero reto. Además de los eventos trágicos de Boston, el maratón de Belén venía precedido por el de Jerusalén el pasado 1 de marzo, organizado por Israel. A pesar de que este incluía un tramo de la parte Este -árabe- de Jerusalén, no se permitió la participación a los palestinos de Cisjordania.

De ahí la misión de Right to Movement (Derecho al Movimiento), la organización danesa detrás del evento, de facilitar al máximo la mayor participación posible, elaborando recorridos para todos los niveles. Y dio resultado.

El recorrido El mayor problema al que se enfrentó la organización no fue ni la seguridad ni la violencia; fue el reto de crear un recorrido de 42 kilómetros que se mantuviese en todo momento dentro del territorio que controla la Autoridad Nacional Palestina (ANP) evitando el muro, los checkpoints y las zonas demasiado escarpadas, que abundan en esta parte de Cisjordania. "Todo el mundo está hablando de la solución de dos estados y ni siquiera podemos encontrar 42 kilómetros seguidos de tierra controlada por ellos", se lamenta Signe Fischer.

Los corredores partieron de la Iglesia de la Natividad, a 12 grados y bajo la lluvia. Atravesaron Belén por la calle principal hasta verse obligados a girar debido a la presencia del muro. El recorrido pasó asimismo por dos campos de refugiados, Aida y Deheishe, para llegar hasta el poblado de Al Khader, donde la policía local marcaba el fin de la zona de control palestina y el lugar donde los corredores debían iniciar el camino de vuelta; tan sólo 10,4 kilómetros seguidos que hubo que recorrer cuatro veces (dos vueltas enteras) para completar la maratón.

Cada cual expresaba su razón para correr. George Zeidan, palestino de Jerusalén Este y jugador de baloncesto en la primera división palestina, quería mejorar su estado físico, pero ahora ve "la oportunidad de mostrar que los palestinos somos como todo el mundo: corremos, saltamos, nos divertimos y no sólo eso, sino que además somos buenos en ello. Ahora corro por razones mucho más importantes."

Mientras los líderes palestinos e israelíes mantienen el conflicto atascado, la juventud palestina intenta moverse, aunque las circunstancias impuestas les obliguen a correr en círculos, al igual que hacen sus líderes. "Queremos movernos y mover las cosas".