beirut. La clase política libanesa volvió hablar ayer con una sola voz al escoger por consenso al independiente Tamam Salam como primer ministro, pese a la fragmentación del país por la crisis siria, que lo mantiene al borde del precipicio. Salam, diputado por Beirut y procedente de una familia política tradicional suní, obtuvo el apoyo de 124 de los 128 diputados tras dos días de consultas del presidente del Líbano, Michel Suleiman, con los grupos parlamentarios.

El nuevo jefe del Gobierno reemplaza al millonario Nayib Mikati, que dimitió el pasado 22 de marzo como consecuencia de las desavenencias entre los miembros de su gabinete.

Según el acuerdo de Taif, que en 1989 puso fin a la guerra civil, el presidente debe convocar a consultas a los diputados para que elijan a un suní como primer ministro, merced al sistema confesional de reparto de poder, que reserva la Presidencia a los cristianos, la jefatura de Gobierno a los suníes y la del Parlamento a los chiíes.

En su primera declaración como primer ministro, Salam afirmó que pretende la formación de un Gobierno de "interés nacional", en el difícil contexto que atraviesa el Líbano, y deseó que el consenso sobre su nombramiento fortalezca la democracia.