Las excavadoras desenterraban los cadáveres de cincuenta y cuatro hombres ejecutados en 1983 por el ejército de Sadam Hussein y varios kurdos procedentes de un campo de refugiados cercano contemplaban los restos con curiosidad. Así comienza el libro Los Kurdos. Un pueblo en busca de su tierra, del periodista estadounidense Kevin McKiernan. Esta fue su primera imagen de los kurdos a su llegada al norte del país en 1991. Desde entonces ha informado sobre este pueblo en Irak, Irán, Turquía y Siria, los cuatro países entre los que está repartido el pueblo kurdo, "el mayor grupo étnico del mundo sin Estado".
"Tras la Primera Guerra Mundial se les prometió un Estado propio, pero el sueño se desvaneció entre las presiones del nacionalismo turco y la reorganización de Oriente Medio por parte de las potencias aliadas. Durante el resto del siglo, la historia de los kurdos ha sido de conflicto casi constante. Los gobiernos de Oriente Medio reprimieron su cultura, la lengua y la política kurda, destruyeron miles de pueblos e incluso gasearon a sus habitantes... mientras Occidente proporcionaba asistencia militar o sencillamente apartaba la vista", explica McKiernan en su libro, en el que muestra un pueblo reprimido y perseguido durante siglos, cuyas raíces históricas se remontan al 728 a.C.
"El pueblo kurdo siempre ha sido masacrado y hoy en día sigue estando bajo amenaza", explica Zinar Ala, un joven de 35 años originario de la zona kurda de Siria, ubicada en el norte y noreste del país. Zinar, licenciado en Económicas por la Universidad de Alepo, reside actualmente en Ciudad Real, donde es traductor e intérprete de kurdo/español, colaborador del periódico semanal kurdo Rûdaw y coautor del blog Actualidad Kurda. La situación de este pueblo también varía dependiendo del país. Mientras que en Irán se enfrenta a una discriminación religiosa, económica y cultural, en Irak goza de autonomía en el norte del país, en el Kurdistán iraquí, rico en recursos petrolíferos.
Tensión en el kurdistán iraquí McKiernan hace un repaso de la situación de los kurdos en Irak desde el alzamiento de 1991 hasta la guerra emprendida por Estados Unidos en 2003 que, según el periodista, "les ha dado la oportunidad de una separación permanente". Sin embargo, Zinar asegura que "el Gobierno de Bagdad siempre está tratando de amenazar la estabilidad del pueblo kurdo". La última escalada de tensión entre el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, y el presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, comenzó el pasado noviembre, cuando el primero decidió incrementar el control de Bagdad sobre las fuerzas de seguridad que operan en Kirkuk. En este territorio, disputado por ambas partes, tropas iraquíes y kurdas se reparten la responsabilidad de mantener el orden.
Según el primer ministro iraquí, su intención es evitar atentados terroristas. Sin embargo, Joost R. Hilterman, de International Crisis Group -organización dirigida a la resolución y prevención de conflictos internacionales-, asegura que "para los kurdos, la decisión de Maliki fue cruzar una línea roja; los kurdos nunca van a ceder Kirkuk". Así, la tensión desde finales del año pasado no ha hecho más que crecer, y han tenido lugar enfrentamientos entre fuerzas de seguridad iraquíes y kurdos. Tras estos hechos, Maliki envió más tropas a la zona, mientras que Barzani destacó a sus soldados, los peshmergas. "El conflicto está en las zonas en disputa, como Kirkuk, que unos consideran parte del Kurdistán iraquí y los otros, de Irak. El tema es que ahí hay mucho petróleo y nadie quiere soltar el territorio. Lo que está haciendo ahora el primer ministro iraquí es sacar las mangas para demostrar su fuerza y amenazar a los kurdos", manifiesta Zinar.
Más autonomía en Siria La guerra en Siria también ha cambiado algunas cosas. Desde que comenzó la revuelta, el régimen de Bashar al Asad fue aflojando su control sobre las ciudades kurdas. Y en julio del año pasado comenzó a abandonar algunas de sus posiciones para reforzar sus filas en las zonas de mayor enfrentamiento con la oposición armada, una oportunidad que aprovechó el Partido para la Unión Democrática (PYD), la mayor formación de la zona, y su vertiente armada, Unidad de Defensa Popular (YPG), para llenar el vacío de poder y ganar una inesperada autonomía. "La cultura kurda está respirando un poco de libertad, ahora hay escuelas para enseñar kurdo, centros culturales, etc. Se respira pero con dificultades", explica Zinar, originario de la zona.
Los kurdos son la minoría más importante de Siria, sin embargo, durante el régimen de los Al Asad -Bashar y su padre Hafez-, no se les ha permitido usar su idioma en público ni han gozado de los mismos derechos que los ciudadanos árabes. Ahora, el PYD ha establecido una especie de administración regional -con Parlamento, así como escuelas, tribunales, policía y prisiones-, que enfrenta no pocos retos. El primero: mantener la seguridad. "En el norte de Siria se puede hablar de tres regiones kurdas separadas por pueblos árabes, donde los rebeldes del Ejército Libre Sirio tienen sus batallones. Y digamos que ellos también están haciendo un embargo sobre los kurdos porque la oposición árabe acusa a los kurdos de no participar en la revolución, de no levantarse contra Al Asad", aclara Zinar, quien explica que las Unidades de Defensa Popular "están tratando de que no haya caos, y de que no se acerquen ni miembros del Ejército Libre Sirio (ELS) ni yihadistas".
Esta semana, más de medio centenar de personas han muerto en la ciudad de Ras al Ain (Serêkanî para los kurdos), en enfrentamientos entre los rebeldes del ELS y las YPG. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los insurgentes utilizaron artillería contra la milicia kurda. En noviembre también tuvieron lugar enfrentamientos, esta vez con grupos yihadistas que forman parte del conglomerado de la oposición armada siria. "En Ras al Ain, Turquía está apoyando a los yihadistas y a los clanes árabes. No quiere que haya ningún estatus para los kurdos en el norte de Siria porque eso influye en los kurdos de Turquía", denuncia Zinar.
La convivencia de todos estos grupos en una Siria post-Al Asad será uno de los grandes retos. "Cuanto más se alargue el conflicto, más crecerán las tensiones", advierten los analistas. Según un informe de International Crisis Group, "el conflicto sirio ofrece a la población kurda la oportunidad de rectificar errores del pasado y presionar por una mayor autonomía". "Los kurdos de Siria ya han dando grandes pasos para dominar sus zonas por primera vez en la historia moderna de Siria", valora la analista de Oriente Medio de Crisis Group Maria Fantappiè. Sin embargo, las facciones kurdas están divididas sobre objetivos y tácticas.
Por una parte está el Partido de la Unión Democrática y su brazo armado, considerado la rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), algo que ellos niegan; mientras que por otra está el bloque kurdo, una decena de partidos que no cuentan con grupo armado y que tienen el apoyo político del Kurdistán iraquí. Estos últimos acusan al PYD de depender demasiado del PKK. "Cada uno tiene su agenda, no hay una unidad de todos los kurdos en Siria", asegura Zinar. "Los kurdos se van a valer de las nuevas libertades y garantías constitucionales en el nuevo régimen que emergerá eventualmente. Pero solo será posible si los partidos y los grupos se coordinan, llegan a la sociedad en general y hacen de su lucha por los derechos nacionales kurdos parte de una lucha más amplia por la ciudadanía en Siria", advierte Fantappiè.
Para Zinar, "los kurdos han ido perdiendo la esperanza en sus hermanos árabes; ni el régimen ni la oposición reconocen los derechos de este pueblo. Cuando comenzó la revuelta en Deraa, los kurdos salieron a manifestarse, pero las protestas fueron perdiendo intensidad, porque nadie hablaba de que, en la nueva Siria, los el pueblo kurdo tendría sus derechos culturales y políticos. Los kurdos van a seguir apoyando la lucha pacífica; el problema es que ya no hay, en Siria lo que hay es una guerra civil", concluye este traductor kurdo.
Negociaciones con Turquía En la otra parte de frontera, la noticia sobre el inicio de negociaciones de paz entre el Gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan y el líder del PKK, Abdullah Öcalan, inauguró el año, pero el entusiasmo se nubló tras el asesinato en París de tres activistas kurdas y tras los continuos bombardeos del Ejército turco en el norte de Irak. "Parece que el Estado turco no quiere acabar con esta guerra, siempre, mientras negocia, bombardea las bases del PKK en el norte de Irak. El grupo ha anunciado varias veces un alto el fuego, pero Turquía sigue considerándolos terroristas y sigue con la guerra agresiva", opina Zinar.
"El tema no es el PKK, el tema es solucionar el problema kurdo. Cuando tú haces que en las zonas kurdas haya desarrollo, que no haya tanto paro, que los ciudadanos puedan hablar su idioma, se acaba el PKK, no tiene sentido. El tema no es el PKK, el tema es dar derechos a este pueblo, reconocerlo", concluye. Las negociaciones transcurren en total secreto y se desconocen, incluso, las exigencias de la guerrilla.