parís. Los diputados franceses aprobaron ayer la ley que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que supone la primera gran reforma social del Gobierno socialista y el cumplimiento de la primera gran promesa electoral en ese terreno del presidente, François Hollande. El texto superó esta primera lectura con 329 votos a favor, 229 en contra y diez abstenciones.
Fue la culminación de 110 horas de un maratón parlamentario que comenzó el pasado día 30 y que estudió casi 5.000 enmiendas, pero que finalmente ha preservado lo esencial del proyecto gubernamental, que autoriza a los homosexuales a casarse y a adoptar hijos. Harán falta todavía dos meses para que el texto entre en vigor y un nuevo debate en el Senado, que comenzará el 2 de abril próximo, pero todo indica que la mayoría de la izquierda en esa cámara será suficiente para legalizar las bodas homosexuales.
En la Asamblea Nacional, el intenso debate sobre la cuestión puso de manifiesto que, salvo excepciones, la izquierda respalda masivamente el proyecto del Gobierno y que en la oposición conservadora son pocas las voces discordantes que discrepan del rechazo oficial. En la derecha, el exministro sarkozysta Benoist Apparu votó a favor, al igual que el diputado Frank Riester, cabeza visible de la defensa de los derechos de los homosexuales en la derechista UMP. Nathalie Kosciusko-Morizet, portavoz electoral de Nicolas Sarkozy en las pasadas presidenciales, y Bruno Le Maire, responsable del programa del expresidente en esos comicios, se abstuvieron en la votación con el argumento de que, pese a apoyar el matrimonio homosexual no estaban de acuerdo con la adopción. Entre los centristas, aunque la mayoría votó en contra del texto, dos antiguos miembros del Gobierno de Sarkozy votaron a favor.