Berlín. La canciller alemana, Angela Merkel, rindió ayer homenaje a los gitanos, una minoría diezmada por el Tercer Reich y castigada por la marginalidad en la Europa actual, al inaugurar en Berlín el monumento al medio millón de víctimas asesinadas por el aparato de extermino nazi. Casi 70 años después del fin de la II Guerra Mundial y tres décadas después de que Alemania reconociera, bajo el Gobierno del Helmut Schmidt, el genocidio de los gitanos, Merkel inauguró el memorial a un colectivo de víctimas hasta ahora olvidado.
"El genocidio nazi es una advertencia para el presente", advirtió la canciller, quien recordó que la dictadura surgió de la llegada al Reichstag, por la vía electoral, de Adolf Hitler y que se deben combatir "los totalitarismos" desde todos los estratos sociales, antes de que accedan al poder. Los gitanos siguen siendo víctimas de la marginación y el racismo en la Europa de hoy, fue el mensaje tanto de Merkel como del resto de oradores, desde el alcalde-gobernador de Berlín, Klaus Wowereit, hasta el presidente del Consejo Central de los Sinti y Roma, Romani Rose.
Se trata de un racismo que no procede "únicamente" de la ultraderecha -recordó Rose-, sino que está anclado "en el corazón de la sociedad". Las alusiones al genocidio protagonizado por el aparato nazi y la discriminación a que sigue sometido el colectivo dominaron la ceremonia, más allá de los discursos de sus oradores.
"¿Y qué pasa con las expulsiones? Ellos también son gitanos que quieren seguir en el país", gritó una voz entre los invitados, tras el discurso de la canciller alemana, en alusión a los peticionarios de asilo procedentes de los Balcanes y rechazados por la Alemania actual. La denuncia quedó en una voz solitaria, mientras Merkel y la plana mayor de la política alemana, incluido el presidente Joachim Gauck, procedía a dar por inaugurado el estanque de Karavan. El monumento a los gitanos asesinados por los nazis "cierra el círculo de los reconocimientos a los colectivos de víctimas del Tercer Reich", había recordado el alcalde-gobernador berlinés, Wowereit.
Víctimas del nazismo A estos colectivos -gitanos, judíos y homosexuales-, más a las víctimas del programa de eutanasia nazi, se refirieron Merkel y otros oradores, lo que remitió al hecho de que los gitanos son los últimos en tener su memorial en Berlín. La inauguración del monumento, que tuvo lugar ayer, es resultado de más de 20 años de empeño personal de Romani Rose y otros miembros del colectivo, con apoyos de personalidades como el director de cine Wim Wenders y el escritor Günter Grass. "Los nazis quisieron exterminarlos porque les ensuciaban el Tercer Reich. Luego quedaron como víctimas de segunda categoría frente a otras situaciones, como la de los judíos", comentó Waclav Dlugoborski, antiguo preso polaco y superviviente de Auschwitz.
El homenaje tardío fue un intento por reparar el olvido de décadas, prosiguió este exconfinado del campo de concentración nazi, uno de los invitados entre el millar de gitanos llegados de toda Europa. "No lograron el objetivo de exterminarnos a todos, pero no hay ni una familia entre todos los sinti y roma de esta parte de Europa que no haya perdido a muchos de los suyos en Auschwitz y otros campos", recordó Zoni Weisz, superviviente del genocidio. A Weisz correspondió la parte más emotiva de la ceremonia, al relatar cómo se salvó in extremis de la deportación, siendo un niño de siete años, probablemente gracias a la resistencia, mientras el resto de su familia desapareció en un tren en dirección a Auschwitz.