Túnez. El entusiasmo por las primeras elecciones libres en la historia del país no les duró mucho a algunos tunecinos. Obligación de usar el velo, prohibición de consumir alcohol y la introducción de la sharia eran los principales temores de los tunecinos orientados hacia Occidente después de la victoria del partido islamista Ennahda. Un año después de las elecciones, pareciera que estos temores fueron infundados. Sin embargo, organizaciones de defensa de los derechos humanos advierten que la calma está aún lejos en este país mediterráneo. Esto se debe, sobre todo, a una pequeña minoría de extremistas religiosos. Los salafistas, perseguidos en tiempos de Zine el Abidine Ben Ali, derrocado en 2011, están haciendo la vida difícil a la población más liberal.

Durante las protestas por el vídeo de Mahoma el mes pasado, se produjeron fuertes enfrentamientos. La embajada estadounidense en Túnez fue atacada, por lo que murieron tres personas y decenas resultaron gravemente heridas. Occidente contempló temeroso al país en el que nació la primavera árabe. Para el Gobierno de transición, la imagen del país se está convirtiendo crecientemente en un problema.

Los políticos afirman que los brotes de violencia son un fenómeno aislado que es exagerado por los medios internacionales. "Nunca antes fueron tan defendidas las libertades en este país", afirma el presidente Moncef Marzouki, quien agrega que no hay ningún peligro de que Túnez se convierta en un país radical islámico. Hasta ahora no hay indicios de que los extremistas que hay en las filas de Ennahda hayan logrado imponer sus posiciones. El intento por establecer en la nueva Constitución diferencias entre hombres y mujeres quedó en la nada después de que se alzaran varias voces en su contra, mientras que tras una huelga general de periodistas, el Gobierno prometió garantizar la libertad de prensa y opinión.

El futuro político del país quedará fijado a mediados del año que viene; hasta ese momento, debe elaborarse una nueva Constitución. Una de las posibles fechas para las elecciones presidenciales y parlamentarias es el 23 de junio. Rachid Ghannouchi, líder del partido gubernamental Ennadha, uno de los políticos más importantes del país, apuesta por el diálogo. Para él, el gran problema es el alto desempleo, no los islamistas radicales. "Si demonizamos a los salafistas e intentamos detener a miles de personas, en diez o quince años estarán en el poder", advierte el político, quien cree que mientras respeten la ley, los salafistas deben ser tratados como cualquier ciudadano del país árabe.