DENVER. Fue un debate tenso el celebrado en la Universidad de Denver (Colorado) con el veterano moderador Jim Lehrer y, de acuerdo con las primeras encuestas, Romney ganó con contundencia frente al presidente, que aspira a lograr la reelección el 6 de noviembre y a quien se notaba cansado.

La economía, como ya estaba previsto, fue el eje central del debate y los dos candidatos confrontaron sus planes impositivos y de creación de empleo, así como sus propuestas para reducir la abultada deuda pública de EE.UU., que alcanza ahora los 16 billones de dólares.

Precisamente durante la discusión con Obama sobre las propuestas de ambos para reducir ese déficit Romney mencionó a España, pero no a otros países europeos que tienen una deuda más elevada que la española e incluso han tenido que ser rescatados como Grecia, Portugal e Grecia.

"España gasta el 42 por ciento de su economía total en el gobierno. Nosotros (Estados Unidos) estamos gastando ahora el 42 por ciento de nuestra economía en el gobierno", indicó Romney.

"Yo no quiero ir por el camino de España. Yo quiero ir por el camino del crecimiento que pone a los estadounidenses a trabajar, con más dinero que entra porque están trabajando", agregó.

El aspirante republicano ha acusado en varias ocasiones a Obama durante la campaña de fomentar unas políticas económicas que, a su juicio, van a llevar a EE.UU. hacia la misma grave crisis por la que está pasando Europa.

Para Romney, el nivel de endeudamiento de EE.UU. "simplemente no es moral" y Obama "no ha hecho" durante su mandato lo que prometió, que era "reducir el déficit a la mitad".

Obama replicó que "las matemáticas" y "el sentido común" muestran que el plan de Romney no es una receta para crear empleos ni para reducir el déficit sin para hacer "recortes drásticos" en educación y aumentar las "cargas" a la clase media.

Por ello, prometió no repetir los errores del pasado que condujeron a "la peor crisis financiera desde la Gran Depresión" y poner en marcha un "nuevo patriotismo económico" para crear empleos y "reconstruir" el país con inversiones en educación y energía.

Sobre los impuestos, Romney aseguró que no se los recortará a los ricos y Obama volvió a defender su propuesta de bajárselos al "98 por ciento" de los estadounidenses que no pertenecen al grupo de los más adinerados.

Además, Romney sostuvo que, si gana las elecciones, eliminará y reemplazará la famosa ley Dodd-Frank, diseñada para aumentar el control de las operaciones financieras de riesgo tras la crisis de Wall Street en 2008.

La reforma sanitaria que establece el seguro médico obligatorio, impulsada por Obama y aprobada por el Congreso en 2010, fue otro de los temas dominantes en este primer debate.

Romney criticó al presidente por haber aprobado una reforma "partidista" que no contó con un solo voto republicano, prometió revocarla si llega a la Casa Blanca y subrayó que el costo sanitario en EEUU es "prohibitivo".

La respuesta de Obama fue que revocar la reforma sanitaria amenazaría con dejar a 50 millones de personas sin cobertura médica en momentos en los que ésta tiene una "importancia vital".

También cuestionó las promesas de abrazar el bipartidismo de Romney al afirmar que, si en su primer día en el poder revoca la reforma sanitaria, los demócratas no estarían muy satisfechos.

Pero Romney insistió en que, cuando era gobernador de Massachusetts, un estado en el que el 87 % del electorado es demócrata, tuvo que aprender a negociar con la oposición y anotó que, de llegar a la presidencia, seguiría la misma receta.

Las intervenciones de dos minutos con las que ambos cerraron el debate tuvieron algo en común: la apelación a la clase media.

Obama dijo que su "fe y confianza" en el futuro de Estados Unidos no han disminuido en sus cuatro años de mandato y prometió seguir luchando por la clase media para dar a todo el mundo "una oportunidad justa".

Mientras, Romney alertó de que si Obama es reelegido continuará el declive de la clase media y prometió que si él gana en noviembre creará 12 millones de empleos.