nueva york. El mediador internacional para Siria, Lajdar Brahimi, afirmó ayer ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que el conflicto sirio va "de mal en peor" y se mostró pesimista acerca del comienzo a corto plazo de un diálogo entre el régimen del presidente Bachar al Asad y la oposición.
Brahimi dijo al Consejo que Damasco sigue viendo la crisis como fruto de una "conspiración internacional" y aseguró que Siria se enfrenta, además, a los graves efectos de la escasez de alimentos, informaron fuentes diplomáticas.
En un encuentro a puerta cerrada en el que informó al Consejo sobre su primer viaje a Siria y su ronda de contactos en la región, Brahimi dibujó una "imagen muy sombría" sobre una situación de un país sumido "más y más en la guerra civil".
Según las citadas fuentes, Brahimi explicó al Consejo que el régimen de Al Asad, con quien se reunió en Damasco, responsabiliza a la comunidad internacional de las dimensiones de la crisis, ya que calcula que hay unos 5.000 combatientes extranjeros dentro de las fronteras de Siria.
Brahimi reconoció que Damasco desea "regresar a la vieja Siria" pese a sus promesas de reforma, explicó que la situación va "de mal en peor" y que la tortura de prisioneros es ya "algo habitual", y alertó de la destrucción que sufren en estos momentos los hospitales, las escuelas y "el patrimonio cultural sirio" en general.
El representante especial se reúne con los miembros de un Consejo de Seguridad que sigue paralizado ante la crisis siria y, antes del encuentro, mantuvo un encuentro con el ministro de Exteriores de Alemania, Guido Westerwelle, cuyo país preside este septiembre ese órgano de la ONU.
A la salida de ese encuentro, Westerwelle aseguró que "la situación en Siria es grave", por lo que "se debe hacer todo lo posible por detener el asesinato de tantas personas inocentes" y respaldar a Brahimi "en un trabajo tan difícil".