BERLÍN. El caso de la autodenominada Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU) "nos abrió los ojos", admitió el ministro del Interior, Hans-Peter Friedrich, y evidenció la necesidad de dotarse de un registro capaz de cruzar los datos de los 36 estamentos policiales y servicios secretos implicados en velar por la seguridad nacional.
"Se trata de trazar un panorama global juntando las piezas de un mosaico", añadió el ministro, e impedir que se repita lo que en su momento la canciller Angela Merkel calificó de "vergüenza para Alemania".
Es decir, que no se siguiera como corresponde el rastro de unos asesinatos en serie de nueve inmigrantes, todos ellos con la misma pistola, una Ceska 83 calibre 7,65 milímetros.
El nuevo registro central, inaugurado hoy por el ministro y emplazado en Berlín, almacenará datos tales como actas policiales, movimientos de cuentas bancarias, teléfonos e internet de los sospechosos o neonazis fichados.
Los estamentos policiales, de los "Länder" y federales, así como los servicios secretos, quedan obligados a suministrar todos esos datos a la central, lo que es un cambio sustancial, ya que hasta ahora la trasferencia se hacía o no según criterio de la jefatura local.
Con ello se articulará un registro similar al que se creó en 2007 para canalizar toda la informaciones relativa al radicalismo islámico, tras reconocer en la ultraderecha un peligro terrorista que hasta ahora Alemania no había calibrado como tal.
Interior calcula que en el país hay unos 9.500 neonazis fichados como violentos, entre el colectivo de 25.000 ultraderechistas, con un cómputo de 16.142 delitos, según la estadística de 2011, de los cuales 755 fueron actos violentos.
Las dos mayores fuerzas ultraderechistas del país -el Partido Nacional Democrático (NPD) y la Unión del Pueblo Alemán (DVU), con escaños en dos parlamentos regionales- suman 15.000 militantes, mientras que el resto se reparte entre 200 formaciones menores.
El gran desafío para las fuerzas de seguridad es la enorme diversificación del espectro neonazi en grupos locales, las llamadas "Camaraderías", así como los Autónomos Nacionalistas.
El giro de la estrategia policial igualmente diversificada hacia la creación de un registro centralizado se produjo tras salir a relucir casi por casualidad los asesinatos en serie de la NSU.
La existencia del grupo constaba en los archivos de Sajonia (este) desde finales de los años noventa, pero la policía no cayó nunca sobre sus tres integrantes, Uwe Böhnard, Uwe Mundlos y Beate Zschäpe.
Que el trío fue el autor de los asesinatos de nueve inmigrantes -ocho pequeños comerciantes turcos y un griego- se reveló en noviembre de 2011, a raíz del suicido de Böhnard y Mundlos, de 34 y 38 años, en un autocaravana, acosados por la policía tras cometer un atraco bancario.
Zschäpe, de 36 años y presunta compañera sentimental de ambos, se entregó inmediatamente después, tras volar por los aires la casa donde vivían los tres. Desde entonces está en prisión, sin que haya trascendido nada de los interrogatorios a los que ha sido sometida.
El trío se financió todos ese tiempo atracando bancos, perpetró atentados, y su último asesinato conocido tuvo como víctima a una agente policial en 2007.
No se cruzaron los datos de los asesinatos de inmigrantes -que se tacharon de ajustes de cuentas entre bandas "de extranjeros"- y por tanto tampoco se reparó en que fueran cometidos por la misma arma.
Más comprometedor aún fue el goteo de revelaciones posteriores al doble suicidio y las detenciones de hasta trece presuntos cómplices, ya que al menos uno de ellos fue un confidente policial.
El propio Mundlos, como se reveló la semana pasada, había sido "requerido" por los servicios militares de inteligencia (MAD) como infiltrado mientras cumplía su servicio militar.
A este cúmulo de fallos se suma la destrucción de al menos siete actas sobre los neonazis por parte de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (VS), o servicios secretos de Interior, destrucción que fue deliberada y no por negligencia, según concluyó la comisión del Parlamento (Bundestag) que investiga la trama.
Los deslices, fallos o connivencias en torno a la NSU costaron ya el puesto al jefe del VS, Heinz Fromm, y a su homólogo de la policía federal, Matthias Seeger, ambos jubilados prematuramente.