Manila. Los equipos de emergencia redoblan esfuerzos para auxiliar a más de un millón de afectados por las inundaciones en el norte de Filipinas, que causan al menos 20 muertos, según los últimos datos oficiales.

Las aguas retrocedieron en algunas zonas de la capital filipina durante la pasada noche, pero recuperaron terreno durante las primeras horas del día, cuando la lluvia volvió a azotar con fuerza. Según el Gobierno, más del 60% de esta urbe de más de 12 millones de habitantes permanece anegada, con calles convertidas en canales y cientos de vecinos refugiados en los tejados de sus casas a la espera de recibir ayuda.

El Ejecutivo anunció por la mañana la reapertura de buena parte de los colegios y oficinas, pero tuvo que ordenar de nuevo el cierre unas horas después ante una nueva intensificación de las precipitaciones.

bajo dos metros Los copiosos aguaceros, que no cesan desde el lunes, afectaron a la capital y a otras 14 provincias del norte de Luzón, donde varias ciudades están sumergidas bajo casi dos metros de agua.

Las provincias de Laguna, Pampanga, Bataan y Zambales declararon el estado de calamidad, según el Centro Nacional de Prevención de Desastres. El último boletín de este organismo indica que 1,23 millones de personas se vieron afectadas por las lluvias y 850.000 tuvieron que recibir asistencia.

Más de 240.000 se refugiaron en los centros de evacuación provistos por el Gobierno en colegios, gimnasios y otros edificios públicos. "No sé qué quedará de nuestra casa, nos trajeron aquí porque el agua cubría hasta la cabeza", dijo Linda, una refugiada en el colegio del en Navotas.

La mayoría de las víctimas mortales se registraron en Quezon, en las afueras de Manila, donde los equipos de rescate retiraron de entre el lodo los cadáveres de nueve miembros de una misma familia, entre ellos un niño de dos meses, sepultados por un desprendimiento.