El Gobierno y la Presidencia de Rumanía dejaron claro ayer que mantienen las espadas más en alto si cabe en el conflicto político y personalista que les enfrenta, después de que el jefe del Estado, Traian Basescu, sobreviviera in extremis el referendo impulsado por el Ejecutivo para destituirlo. La consulta popular celebrada ayer acabó con el 86% de los votantes dando la espalda al presidente, una derrota en toda regla que Basescu ha convertido, sin embargo, en victoria, pues la participación se quedó en el 46%, por debajo del quórum de la mitad del censo que exige la legislación para que el resultado sea válido. El presidente conservador y el Gobierno progresista seguirán en una cohabitación que se anuncia complicada y dibuja un panorama de conflicto político hasta la celebración este otoño de elecciones legislativas.
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