Las urnas ya han hablado en Egipto. Sin ilusión y con mucha desconfianza, los egipcios han votado a su presidente en un ambiente polarizado por la situación de incertidumbre que se ha instalado en los últimos días. El nuevo presidente de Egipto no tendrá ni una constitución y ni un parlamento que equilibren su poder. Sí tendrá, sin embargo, a una Junta Militar que ha recuperado las riendas legislativas del país, después de que el tribunal constitucional mandara disolver la cámara baja el pasado jueves.
Ni el candidato de los Hermanos Musulmanes Mohamed Morsi ni el último primer ministro de Mubarak Ahmed Shafik se han desecho de los recelos que han generado en los últimos meses. Sin embargo, no hay duda de que Shafik ha sido el gran beneficiario de los últimos días de campaña. El tribunal constitucional falló a su favor al declarar inconstitucional la Ley de Aislamiento a las figuras del antiguo régimen que pretendía tumbar su candidatura. Una sentencia que supo a victoria en la campaña del antiguo militar. Shafik ha jugado con la baza de un estado laico donde el orden y la seguridad serían reinstaurados inmediatamente. "A mí no me da miedo votar a Shafik. Se que las cosas no van a ser como con Mubarak. Estamos en otra fase y él (Shafik) lo sabe", aseguraba la dueña de una relojería en el centro de la capital. Mohamed Morsi ha preferido hacer hincapié en la ruptura con el antiguo régimen y en la vuelta al "orgullo egipcio". "Voy a votar a regañadientes. No me gusta ninguno de los dos, pero no puedo dar mi voto a un sucesor de Mubarak", decía un farmacéutico del barrio de Maady en el Cairo.
Los ataques de los dos candidatos no han cesado ni tan siquiera durante los días de las elecciones. Las denuncias por irregularidades han sido abundantes entre unos y otros. Ante el continuo goteo de críticas, el ministro del interior egipcio, Mohamed Ibrahim, tuvo que salir ayer al paso para explicar que había habido "violaciones menores" en las gobernaciones de El Cairo y Giza; como el establecimiento de ordenadores portátiles cerca de los colegios electorales para guiar a los votantes y fotografías de las papeletas después de emitir el voto.
Sin embargo, el ministro quiso reiterar que las fuerzas de seguridad asegurarían un recuento de los votos limpio, porque el proceso era "de vital importancia para garantizar la legitimidad del presidente". Los observadores del Movimiento 6 de Abril, repartidos en todo Egipto, denunciaron también muchos momentos de tensión y peleas entre los simpatizantes de Shafik y Morsi que intentaban dirigir a los ciudadanos para votar a su candidato.
Voto silenciado Tanto el sábado como el domingo los colegios electorales cerraron después de lo previsto. Ayer, los votantes pudieron depositar su voto hasta las diez de la noche. Un poco antes del anochecer se vieron algunas colas largas, no muy abundantes a lo largo del día. En el barrio de Embaba, al norte de El Cairo, la gente aprovechaba la puesta del sol para depositar su voto.
En la cola, llamada de la policía militar a los votantes a no hablar con los periodistas y a no contarles a quién iban a votar. La intención de voto, que tanto se reivindicó durante la primera vuelta de los comicios, ha quedado envuelta en un silencio incómodo. Una señal premonitoria para algunos. "Nos dicen que no podemos expresar por quién nos decantamos, porque los periodistas podrían intentar manipular nuestro voto", explicaba una estudiante.
Dentro del colegio Ahmed Orabi de Embaba, la juez Razan Abou Zaid, encargada de supervisar los votos, hablaba tranquila con los periodistas: "Ha votado más o menos un cuarto de la población que estaba censada en este colegio". La percepción de una baja participación, que no se ha trasladado aún en cifras exactas, ha sido la nota dominante.
Los resultados oficiales se publicarán el miércoles o el jueves, aunque se espera que las campañas de los dos candidatos difundan resultados oficiosos antes de ese plazo. Los datos que darán a conocer los Hermanos Musulmanes, que tienen observadores en todas las gobernaciones de Egipto, serán un buen barómetro para hacer un primer balance. Antes de que se conozcan los resultados, los militares podrían dar a conocer una nueva enmienda a la declaración constitucional que definiría los poderes del nuevo presidente y que daría a los militares el poder de aprobar los presupuesto generales del estado.
La situación se tensa mientras el fantasma de posibles protestas está muy presente en El Cairo. Los Hermanos Musulmanes ya han anunciado que sacarán a sus simpatizantes a la calle si hay fraude, pero sólo si pierden.