WASHINGTON. Las primarias de Texas, que repartían 155 delegados, se convirtieron en toda una celebración para Romney, que añadió al menos 91 de ellos a su cuenta de 1.066 representantes del partido dispuestos a respaldarle, según las proyecciones de la CNN.
La suma le permite sobrepasar el umbral de 1.144 delegados necesario para garantizarse la nominación en la Convención Nacional republicana que tendrá lugar a finales de agosto en Tampa (Florida), y en la que se anunciará oficialmente al candidato.
El empresario de 65 años, que de llegar a la Casa Blanca se convertiría en el primer presidente mormón de la historia de Estados Unidos, se mostró "honrado y agradecido" tras alcanzar el hito.
"Nuestro partido se ha unido con el objetivo de dejar atrás los fallos de los últimos tres años y medio", dijo Romney en un comunicado.
"No subestimo en absoluto lo difícil que es la tarea a la que nos enfrentamos. Pero sean cuales sean los retos que encontremos, no nos conformaremos con nada menos que con devolver a Estados Unidos al camino del pleno empleo y la prosperidad", añadió el aspirante.
Romney, que buscó sin éxito la nominación republicana, se ha asegurado la candidatura más tarde dentro del ciclo electoral que los últimos contendientes de su partido, aunque antes que Obama, quien no se confirmó como candidato demócrata hasta junio de 2008.
Lejos de hacer campaña en Texas -y pese a las críticas por no haber organizado ni un solo mitin en ese estado- el aspirante republicano pasó la jornada de hoy en Colorado y Nevada, dos estados clave de cara a las elecciones de noviembre.
En Craig (Colorado), Romney afirmó que los estadounidenses están "decepcionados" con el Gobierno de Obama, que aspira a la reelección, y prometió que hará "que las cosas vayan mejor" en el país si llega a la Casa Blanca.
Además, asistió a un acto de recaudación de fondos en Las Vegas (Nevada) en compañía del magnate Donald Trump, quien le puso en una posición incómoda al rescatar la teoría de que Obama no nació en realidad en Estados Unidos, enarbolada por muchos republicanos y de la que Romney se ha distanciado.
La victoria del exgobernador de Massachussetts marcó también la derrota del congresista Ron Paul, el único de sus rivales que se mantiene en la contienda pese a haber suspendido sus actos de campaña, y al que hoy las urnas depararon poco más de un 10 % de los votos en Texas, el estado al que representa.
Pese a competir aún con Paul, Romney lleva semanas haciendo campaña como el virtual candidato republicano, con un discurso enfocado en la débil recuperación económica de EE.UU. bajo la gestión de Obama, al que responsabiliza por la elevada tasa de desempleo, que se mantiene en el 8,1 %.
Ese discurso, y su condición de experimentado empresario, parece haberle garantizado el apoyo necesario en una carrera republicana en la que partió como favorito, pero que ha resultado más disputada de lo esperado y en la que ha tenido que luchar contra una imagen de multimillonario distante de los problemas de la clase media.
Romney acumula ya el respaldo de los que fueran sus grandes rivales en esa carrera, el exsenador Rick Santorum y el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, y se ha hecho también con el apoyo de los expresidentes George Bush padre y George W. Bush.
"Romney dará a Estados Unidos la dirección que necesitamos desesperadamente", dijo en un comunicado Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), que desde hace semanas ha cerrado filas en torno al político y le trata ya como candidato oficioso.