Su blog, A tunisian girl -una chica tunecina-, se convirtió en referente durante la revolución tunecina, que forzó la huida del dictador Zine el Abidine Ben Ali y prendió la mecha de lo que hoy en día se conoce como la Primavera Árabe. Tras la caída del régimen, Túnez celebró unas elecciones que llevaron al poder a los islamistas de Ennahda, prohibidos durante décadas. Sin embargo, Lina Ben Mehni advierte de que la nueva amenaza son precisamente las nuevas autoridades. "El propio Gobierno y los extremistas están generando violencia", manifiesta.

Las redes sociales y los blogs tuvieron un papel protagonista en la revolución tunecina de 2011. ¿Cuál es el papel que tienen hoy día?

Se han convertido en un arma de doble filo, sobre todo, desde que todo el mundo se ha dado cuenta del poder que tienen. Los antirrevolucionarios están usando ahora estos medios. Hay partidos políticos que tienen gente las 24 horas trabajando en internet para difundir su propia propaganda. También montan campañas contra aquellos que son críticos contra su poder, son auténticas campañas de difamación, sin ética alguna. Están cogiendo fotos privadas de la gente y las utilizan para difamar, difunden todo tipo de mentiras y rumores, y esto se está convirtiendo en algo muy peligroso, porque son rumores que incitan al odio.

¿Cuál cree que es el mayor desafío de la transición tunecina?

Los tunecinos queremos que se aborden los problemas reales. La revolución hablaba de dignidad, libertad de expresión, libertad en general, justicia social; y, sin embargo, no se ha conseguido nada de eso. Es más, ahora a lo único que se aspira es a que se castigue a quienes han matado a todas estas personas que se han convertido en mártires, a que se dé cuidados médicos a las personas heridas. Hay gente que sufrió heridas durante la Primavera Árabe y se están muriendo ahora, porque el Gobierno no se preocupa por ellos y no les está ofreciendo atención médica. Los tunecinos queremos un Gobierno que se ocupe de los problemas reales, no uno que se dedique a hablar de religión o identidad. Esos no eran los problemas de Túnez. La gente que murió durante la revuelta no quería hablar de un estado islamista o no islamista, la gente que salió a las calle lo hizo porque había paro, corrupción, violencia policial. Y ahora la situación es peor, porque hay más violencia, hace poco todavía estaban lanzando gases lacrimógenos, hay acoso sexual por parte de la policía, y esto eran cosas que no ocurrían ni durante el régimen de Ben Ali. Hace poco, una política y ayer mismo -por el sábado- un líder político fueron agredidos.

¿Quiénes son en estos momentos la mayor amenaza en Túnez?

El Gobierno. La gente que está en el poder y los grupos islamistas extremistas. Incluso hay gente en el poder que dice que ellos son islamistas moderados, pero esto es solo de cara a la galería, porque en realidad son extremistas.

¿Hay preocupación por este Gobierno islamista?

Lo que han conseguido es dividir al pueblo. Hay quienes están apoyando a los islamistas en el poder y hay otro grupo, el de la sociedad civil laica, que es la que está resistiendo a este poder porque están atentando contra sus libertades, les están demonizando, les dicen que son ateos, que no son buenos musulmanes y que lo que hay que hacer es matarlos.

El desempleo, sobre todo el juvenil, fue uno de los motivos por los que cientos de tunecinos salieron a las calles. Ahora, con la caída del turismo, ¿cuál es la situación?

El índice de desempleo ha aumentado más, sobre todo entre los jóvenes. El turismo, que era una gran fuente de ingreso y mucha gente vivía de él, ha desaparecido prácticamente. Sin embargo, el Gobierno no hace nada para cambiar la situación para que haya seguridad. Es el propio gobierno y los extremistas los que están generando esta inseguridad. Es normal que los turistas no quieran ir a Túnez. Además, es cada vez más difícil para los tunecinos vivir con los precios cada vez más elevados a los que tienen que hacer frente.

¿Qué ha pasado con las estructuras y funcionarios del anterior régimen de Ben Ali?

Ha sido una mera ilusión, se pensaba que al irse Ben Ali, con él se iba a ir su régimen. Pero a veces al decapitar un régimen, no siempre se acaban con él, sobre todo cuando las prácticas son las mismas, cuando tienes a los mismos jueces, la misma policía y quienes dirigen los medios de comunicación son los mismos. Además, la gente que está en el poder ni siquiera ha empezado a tomar medidas legales contra esas personas que estaban realizando esas prácticas durante el régimen anterior; es más, lo que están haciendo es trabajar con ellos. Incluso algunos están en el partido Ennahda -partido islamistas en el poder-.

Personalmente, ¿cuál es el balance que hace a un año de la revolución tunecina?

Seguimos en plena revolución, no estamos todavía en transición democrática como se quiere hacer ver. Lo que hemos ganado es que ahora tenemos derecho a opinar, podemos alzar nuestras voces, pero queda todo por hacer. La partida de Ben Ali fue quizás el primer paso, pero eso no quiere decir que inmediatamente se establezca una democracia. Incluso cuando ves que hay elecciones, no quiere decir que haya una democracia, solo hay que ver lo que pasó en Alemania con Hitler.