parís. La ultraderechista Marine Le Pen, hija del histórico Jean-Marie Le Pen, quedó ayer apartada de la carrera hacia el Elíseo al ser su partido, el Frente Nacional, el tercero más votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Pese a ello, la formación logró la histórica cifra del 18,2% de los votos, frente al 16,86% con el que su padre pasó a la segunda vuelta en 2002.
Marine, presentada a sí misma como "antisistema" y que buscaba presentar un rostro más amable para la ultraderecha gala, ha perdido todas sus aspiraciones ya que son solo dos, François Hollande y Nicolas Sarkozy, los candidatos que pasarán a la segunda y definitiva ronda.
La sucesora de Jean-Marie Le Pen había intentado, desde su investidura como presidenta del Frente Nacional en enero de 2011, consolidar la presencia mediática de su partido y venderlo como la "verdadera alternativa" de Francia en estos comicios.
Abogada de profesión, madre de tres hijos, dos veces divorciada y a favor del aborto, y protagonista a los 43 años de una meteórica carrera en la agrupación fundada por su padre, Le Pen ha centrado en su oposición al euro y a la "Europa de Bruselas" el eje de su campaña.
La ultraderechista, la gran sorpresa de la jornada electoral, ha buscado limpiar la imagen de su partido dentro y fuera de Francia y se ha alejado del discurso de su padre en temas más polémicos, como la Segunda Guerra Mundial o el negacionismo, que a su progenitor le valieron condenas judiciales. Pero con una apabullante confianza en sus apariciones públicas y un discurso plagado de cifras para demostrar la viabilidad de sus propuestas, esta eficaz oradora, que se presenta a si misma como una mujer moderna, se ha mostrado sin embargo igual de dura en asuntos santo y seña de su partido, como la inmigración y el soberanismo. Se congratuló del resultado y de figurar, a su juicio, como la única fuerza de oposición a la izquierda ante la "debilidad" del partido del presidente y candidato Nicolas Sarkozy.
comienza la batalla Tras conocerse las primeras estimaciones de voto, Marine advirtió de que "la batalla de Francia no ha hecho más que empezar, queridos amigos". "Hemos hecho explotar el monopolio de los dos partidos de la banca y de las finanzas. (...) Hemos llevado más alto que nunca las ideas nacionales, pero no se trata más que de un comienzo", dijo la líder del Frente Nacional en su primera comparecencia desde el cierre de los colegios electorales.
Le Pen reconoció que necesita el apoyo de sus militantes "para devolverle al pueblo francés su orgullo", pero se mostró confiada de imponer todos juntos "el gran cambio". "Todo es posible todos unidos", dijo la ultraderechista, que anunció que el camino que pretende emprender es el de la restauración del poder adquisitivo o el de la devolución a los ciudadanos de "la alegría de ser francés".
Le Pen consideró que los franceses habían sido invitados ayer "a la mesa de las elites", y subrayó que esta primera vuelta "no es un fin en sí mismo, sino el comienzo de una vasta agrupación de patriotas y de defensores de su identidad", así como de los "enamorados" de la excepción francesa.
"La batalla de Francia no ha hecho más que empezar, queridos amigos. Nada va a ser como antes", recalcó la hasta ahora candidata, para quien ante un presidente saliente al frente de un partido "considerablemente debilitado", en referencia a la conservadora Unión por un Movimiento Popular, el FN es la única alternativa.