Dublín. Las elecciones presidenciales irlandesas transcurrieron ayer con normalidad, aunque la participación fue muy por debajo del 70% logrado en los comicios generales del pasado febrero, el índice más alto registrado en este país, y que estuvo marcado por la profunda crisis económica que sufre el país y que obligó al Gobierno de Dublín a acudir al fondo de rescate europeo. De hecho, la afluencia a las urnas osciló ayer entre guarismos tan bajos como del 25% hasta el 50% registrado en zonas rurales. Como sucede normalmente en Irlanda, la participación subió, sobre todo en las áreas urbanas, tras la conclusión de la jornada laboral hacia las siete de la tarde y si, como sucedió ayer, las condiciones climatológicas son benignas. El escrutinio no comenzará hasta hoy viernes y el complejo sistema electoral irlandés hace que los resultados finales no se conocerán hasta mañana al mediodía, ya que el sistema de representación proporcional con transferencia de voto hace que el votante recibe una papeleta con la lista de candidatos, enumerados por orden alfabético, en la que debe señalar la casilla de su favorito con el número "1". Si lo desea, puede designar a un segundo candidato con el número "2" y así sucesivamente, de manera que su voto podrá ser utilizado, según las normas de transferencias, tantas veces como sea necesario. Para resultar elegido, el candidato debe alcanzar una cuota o mínimo de votos necesarios que garanticen la elección. Cada circunscripción tiene su propia cuota, que se calcula mediante una fórmula que divide por la mitad el número total de votos válidos y a cuyo resultado se le suma también uno.
Seis de los siete candidatos que aspiran a suceder a la presidenta Mary McAleese en este cargo principalmente representativo depositaron a primera hora sus papeletas e hicieron un último llamamiento al electorado para que votase. La popular McAleese, octava presidenta de Irlanda y en el poder desde 1997, emitió su voto a primera hora en el colegio electoral de St Mary's Hospital de Phoenix Park, donde está su residencia oficial.
gallagher baja... El candidato independiente Sean Gallagher, uno de los grandes favoritos, también aprovechó su llegada al centro de la localidad de Blackrock, en el condado de Louth, para defenderse de los ataques recibidos durante los últimos días, que podrían haber dañando sus posibilidades.
Acompañado por su esposa Trish, a la que calificó como su "arma secreta", el empresario afirmó que su país desea un cambio en el panorama político, al tiempo que calificó su campaña de "limpia".
"Hemos llevado una campaña limpia y positiva, que ha calado en la gente de todas las partes de este país, en cada sector y en cada grupo de edad", aseguró Gallagher, quien parece haber perdido algo del favor popular tras denunciarse irregularidades en los últimos tres días.
El candidato, famoso por sus apariciones en un 'reality' televisivo, ha sido acusado de recibir un préstamo sin intereses de 82.000 euros de una de sus empresas, algo ilegal en Irlanda, y de canalizar donaciones para el partido Fianna Fáil, formación ahora en la oposición y a la que estuvo vinculado en el pasado.
"Las últimas 72 horas han sido duras, pero ha sido desafortunada la manera en que ha acabado la campaña", declaró a los medios Gallagher, quien, no obstante, confía aún en convertirse en el sucesor de McAleese en la presidencia.
... y Higgins sube Su principal rival es el candidato del Partido Laborista Michael D. Higgins, de 70 años y al que las casas de apuestas presentaron ayer como el favorito a la victoria tras los traspiés de Gallagher. El veterano político votó en su ciudad natal de Galway, en el oeste de la isla, adonde llegó con su mujer, Sabina Coyne, y sus dos hijos, Daniel y Michael junior.
Su director de campaña, el diputado Joe Costello, dijo sentirse "absolutamente seguro" de que Higgins es "la persona adecuada para este trabajo", pues posee "habilidades diplomáticas y visión". "El próximo presidente jugará un papel crucial para restaurar la moral y confianza de Irlanda, para reconstruir nuestra reputación en el extranjero", afirmó este dirigente del Partido Laborista, socio minoritario del Fine Gael en el Gobierno. Dos factores juegan a favor de Higgins: el complejo sistema electoral irlandés y la incapacidad del propio Gallagher para refutar con claridad las acusaciones de tráfico de influencias e irregularidades financieras en sus empresas.
El tercero en las encuestas hasta los comicios, Martin McGuinness, exministro principal norirlandés y excomandante del IRA, no votó porque no está registrado en la república, pero acompañó a su compañero del Sinn Féin Pearse Doherty al centro electoral de Bunbeg, en el remoto condado noroccidental de Donegal. McGuinness declaró a los medios que espera que la ciudadanía usará su derecho al voto para propiciar un cambio político en la isla. "Quiero animar a todos para que usen su voto. Esta es vuestra oportunidad para marcar el comienzo del cambio en Irlanda", indicó el dirigente del Sinn Féin.
Poco más de tres millones de irlandeses pudieron ejercer su derecho al voto en las 43 circunscripciones que forman el mapa electoral. También se celebran dos consultas populares sobre propuestas para reformar la Constitución y una elección parcial en la circunscripción de Dublín-Oeste para cubrir el escaño dejado el pasado junio por el fallecido exministro de Finanzas Brian Lenihan.