Los atentados del 11-S asestaron un duro golpe al corazón de Estados Unidos y pusieron en estado de alerta permanente a todo occidente. Aún así, el coordinador europeo de la lucha antiterrorista, Gilles de Kerchove, considera muy improbable que pueda volver a producirse un ataque tan complejo logísticamente como el de aquel entonces, que tuvo como objetivo el centro financiero de Nueva York y que cambió radicalmente el modo de entender la seguridad. "Creo que podemos decir hoy que un ataque de la amplitud y la sofisticación del 11-S probablemente no es posible", aseguró ayer durante una conferencia de prensa convocada para hacer balance del décimo aniversario de los atentados.
A su juicio, la organización Al Qaeda central, responsable del mayor ataque de la historia en suelo estadounidense, está muy degradada y mermada tanto desde el punto de vista del liderazgo como desde el punto de vista económico, especialmente tras la muerte de Osama Bin Laden, su número dos y otros muchos líderes asesinados en Afganistán y Pakistán en los últimos años. "Sabemos además gracias a los servicios de inteligencia que tienen problemas financieros. No tienen los mismo medios que antes así que lo interesante es ver que su mensaje principal ahora aboga por no buscar un ataque sofisticado con un impacto enorme sino a intentarlo cuando sea y donde sea posible, incluidos ataques a pequeña escala", añadió. Por eso, según De Kerchove, la evaluación con la que trabajan es que "podemos enfrentarnos a ataques oportunistas a pequeña escala más que a ataques sofisticados".
islamistas europeos radicales En todo caso, reconoce que esto no significa en absoluto que la amenaza terrorista haya desaparecido sino que ha evolucionado, se ha hecho más compleja y diversa con grupos como Al Qaeda en el Magreb Islámico y Al Qaeda en la Península Arábiga, una franquicia "peligrosa y muy sofisticada" que actúa en Arabia Saudí y Yemen y otras filiales que actúan en países como Somalia, Nigeria y en el norte de África. Pero esta amenaza no es el único flanco que vigilan con atención. También hay un fenómeno que se ha desarrollado en los últimos años con ciudadanos que viajan desde el corazón de Europa a países como Somalia o Afganistán a hacer la yihad para después regresar a Europa. Son gente que se radicaliza leyendo por Internet y por eso considera esencial trabajar y cooperar para erradicar de raíz la retórica de Al Qaeda y, sobre todo, que los terroristas capturados sean juzgados y no terminen internados en centros como el de Guantánamo, sin juicio ni proceso.
Pese a que la amenaza ha cambiado, el coordinador europeo asegura que los servicios de seguridad europeos están muy alerta y que "estamos mucho mejor equipados que hace diez años" para hacer frente al terrorismo yihadista. Y es que en estos diez años Europa ha aprendido muchas lecciones. Para empezar es evidente que es importante contar con una estrategia antiterrorista, invertir más en prevención, contar con un enfoque judicial, trabajar en el ámbito de la ciberseguridad, más protección de datos y trabajar con el sector privado. "Hemos empezado a trabajar pero necesitamos hacer más", explica en relación a una década en la que se han creado oficinas de cooperación policial, judicial y fronteriza como Europol, Eurojust y Frontex.
Pese a que algunas de las medidas adoptadas durante los últimos años para prevenir el terrorismo han minado la libertad de los ciudadanos, como la prohibición de llevar líquidos en los aviones o la obligación de descalzarse al cruzar un arco de seguridad en un aeropuerto, De Kerchove insiste en que la legislación no ha repercutido en la privacidad de los ciudadanos europeos. "No veo ni una sola medida que haya violado la protección de datos personales", insiste. No obstante, reconoce que el también sufre este tipo de "inconvenientes" durante los muchos viajes que está obligado a realizar y confía en que la tecnología terminará suavizando alguna de estas medidas en un futuro próximo.