París/trípoli. El mismo día que la comunidad internacional y las máximas autoridades rebeldes se reunían en París para abordar la reconstrucción y la transición en Libia, el coronel Muamar el Gadafi volvía a aparecer a través de un nuevo mensaje de audio con su habitual tono desafiante. En la misma línea que su hijos Seif al Islam el día anterior, Gadafi llamó a sus seguidores a liberar el país en una "batalla larga, dura y violenta". "Nosotros no somos mujeres para entregarnos, nosotros continuaremos luchando", señaló en la grabación divulgada por la televisión Al Rai, con sede en Damasco. A pesar de que ayer se cumplían 42 años de su llegada al poder, una fecha celebrada durante años con grandes fiestas, Gadafi no hizo mención alguna a este acontecimiento durante su alocución.
La captura del coronel, aún en paradero desconocido, sigue siendo el principal escollo para que eche a andar la Libia que los rebeldes y la comunidad internacional diseñaron ayer. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, el primer ministro británico, David Cameron, y el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, señalaron ayer al término de la conferencia que la Alianza Atlántica seguirá bombardeando Libia hasta que Gadafi deje de ser una amenaza. En encuentro, al que asistieron 60 delegaciones y el presidente del Consejo Nacional de Transición, Mustafá Abdel Jalil, y su número dos, Mahmud Jibril, concluyó con el compromiso de descongelar todos los bienes del régimen de Gadafi que permanecen bloqueados en bancos internacionales para que puedan ser utilizados por el CNT -se calcula que pueden ascender a 110.000 millones de dólares-. La cumbre, denominada Los amigos de Libia, ha sido impulsada por Francia y Gran Bretaña, los máximos defensores de la intervención de la OTAN en el país.
Los llamamientos a la paz y la reconciliación llegaron por parte de Sarkozy y la secretaria de Estado Hillary Clinton. "Ganar una guerra no ofrece ninguna garantía de mantener la paz. Lo que pase en los próximos días será crítico", indicó la jefa de la diplomacia estadounidense. "No se puede hacer nada sin paz y perdón", apuntó por su parte el anfitrión de la cita. Sarkozy también pidió que el líder libio sea detenido, al tiempo que sostuvo que les corresponde a los libios decidir si debe ser juzgado y dónde debe realizarse ese proceso.
Unas palabras, tanto las de Clinton como las de Sarkozy, que suenan demasiado optimistas mientras los rebeldes se preparan para el asedio de Sirte, último bastión del régimen gadafista que tanto el dictador huido como su hijo Seif al Islam han prometido defender con sangre y fuego estos días -ayer los rebeldes anunciaron que ampliaban una semana más el ultimátum dado a las fuerzas leales a Gadafi para rendirse en Sirte-. Tampoco es representativo de estos mensajes la realidad en el terreno en Trípoli, donde los insurgentes están llevando a cabo detenciones indiscriminadas de inmigrantes subsaharianos a los que consideran mercenarios. Y mientras, continúan escuchándose historias macabras de cuerpos calcinados o rebeldes asfixiados por las fuerzas gadafistas días antes de la llegada de los insurgentes a la capital libia.
Necesidades de Libia La conferencia de ayer comenzó con la intervención de las máximas autoridades rebeldes, Abdel Jalil y Jibril, quienes expusieron ante la comunidad internacional las necesidades de los libios y su plan para el futuro sin Gadafi. Entre las carencias, los líderes del CNT hablaron de la escasez de agua y energía, por lo que reclamaron con urgencia parte de los fondos bloqueados en cuentas extranjeras. Naciones Unidas ya había autorizado en días anteriores el desbloqueo de 1.500 millones de euros en Inglaterra y otros 1.500 en Estados Unidos, mientras que la Unión Europea aprobó ayer el levantamiento de las sanciones impuestas a 28 empresas petroleras, bancarias y portuarias libias para ayudar a la reconstrucción económica del pías. La decisión entrará en vigor hoy y permitirá el desbloqueo de los bienes de esas entidades en territorio comunitario de los Veintisiete.
En el marco de la conferencia, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, anunció una misión civil de su organización en Libia "tan pronto como sea posible" para establecer las necesidades de ese país y trabajar con las nuevas autoridades. "En días, semanas y meses, trabajaremos con los libios para identificar lo que hay que hacer", señaló Ki-moon antes de poner el acento en la importancia de que haya una coordinación efectiva y en que no se deben malgastar recursos financieros.
El secretario general afirmó que la comunidad internacional debe hablar con una sola voz y que eso debe traducirse en que la ONU lidere la campaña. A su juicio, el desafío más inmediato es cómo atender a las necesidades humanitarias. Igualmente, señaló otros a medio y largo plazo que ya han sido identificados por el CNT para que los libios reciban asistencia, y nombró la justicia, la transición, la ayuda para preparar elecciones, la protección de los derechos humanos o la seguridad.
Desarme de los civiles Pero de lo que no se habló en la cumbre de París y que es, igualmente, uno de los mayores desafíos que enfrentan ahora los rebeldes es la cuestión del desarme en un país con diez veces más armas que Irak. No existen cifras precisas sobre el número de armas que Gadafi repartió entre la población en las semanas previas al asalto de la capital, pero hay decenas de historias que hablan de esta entrega de armas a la población. Tampoco se conoce el número ni la clase de armas que han ido a parar a manos de los rebeldes, que han tenido acceso casi libre a los arsenales de Gadafi, ya fuera por asalto o porque los militares que los controlaban cambiaron de bando. Pero organizaciones internacionales como Human Rights Watch calculan que en todo el país podría haber diez veces más armas que las que había en Irak antes de la invasión anglo-estadounidense de 2003.
"A pesar de las sanciones, el número de almacenes que existen con armas convencionales es asombroso. Armas provenientes de la antigua Unión Soviética, de Corea del Norte, de Bélgica, de España", explicó ayer a Efe Peter Bouckaert representante de HRW en la capital libia. En la misma línea se expresó Peter Wezeman, experto en comercio de armamento del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo. "Es imposible saber cuántas armas tiene cada facción, ya sean los rebeldes o leales gadafistas, y cómo las lograron. Las imágenes obtenidas muestran que los arsenales fueron saqueados y que apenas existía control central. Eso nos hace pensar que hay muchas armas repartidas por todo el país", afirma. Consciente del problema, el Comité Militar creado por los rebeldes ha iniciado una campaña para tratar de encontrar y recuperarlas todas. Desde hace días, patrullas rebeldes peinan los barrios casa por casa y piden a las familias que entreguen cualquier pistola o fusil que tengan.