París. Un nuevo escándalo ha estallado en Francia en periodo preelectoral, pero en esta ocasión no afecta a los socialistas, sino al presidente Nicolas Sarkozy. En realidad, no es una historia nueva, sino un capítulo más de un culebrón que el año pasado puso contra las cuerdas al Gobierno galo y ocupó gran parte de la política francesa: el caso de la heredera de L'Oreal Liliane Bettencourt. El ministro de Presupuesto, Eric Woerth, se vio obligado a dimitir después de que varias investigaciones apuntasen a un presunto trato de favor fiscal hacia la multimillonaria francesa, cuya fortuna gestionaba, entre otros, su propia esposa. Pero, ahora, la diana apunta directamente a Sarkozy. Y es que la jueza Isabelle Prévost-Desprez, que inicialmente investigó el escándalo político-financiero, asegura en un libro que un testigo clave del caso vio al mandatario francés recibir sobres con dinero en efectivo de la máxima accionista de L'Oreal.
Se trata del libro Sarko m'a tuer (Sarkozy me mató), escrito por dos periodistas de Le Monde, que verá la luz hoy y que incluye declaraciones de Prévost-Desprez, la magistrada y vicepresidenta del tribunal de Nanterre. Según extractos publicados ayer, la jueza asegura que los testigos tienen "miedo de hablar sobre Sarkozy en el proceso verbal", para agregar después que "uno de ellos me dijo que vio entregas en metálico a Nicolas Sarkozy". Isabelle Prévost-Desprez tuvo que dejar el caso en otoño de 2010, cuando fue trasladado al tribunal correccional de Burdeos. "Había que desposeerme por todos los medios. Era imperativo desembarcarme de la investigación", asegura la magistrada.
El escándalo Bettencourt estalló en 2009 -aunque los hechos se remontan a 2007-, cuando a partir de un cisma familiar entre la octogenaria multimillonaria y su hija, que la acusaba de dilapidar su fortuna, salieron a la luz más de 20 horas de grabaciones clandestinas registradas por el mayordomo de la heredera de L'Oreal. Las grabaciones, con las que se pretendía probar que el fotógrafo Françoise Bettencourt-Meyers se aprovechaba del dinero de la anciana, desembocó en un escándalo con ramificaciones político-financieras que salpicaron al entonces ministro de Presupuesto, Eric Woerth, y a la propia Liliane Bettencourt, por evasión fiscal.
La justicia validó las cintas y se abrieron media docena de investigaciones que apuntaban a Woerth y que terminaron costándole el puesto tras descubrirse que su esposa trabajaba en la gestión de la fortuna de unos 17.000 millones de euros de Bettencourt, quien se supone pudo haberse beneficiado de un trato fiscal favorable. Se da la circunstancia de que la multimillonaria, a quien Hacienda ha reclamado inicialmente 30 millones de euros por evasión fiscal y sobre quien se sospecha que ocultó al fisco la posesión de una isla entera en Las Seychelles, fue una de las personas que pidió recientemente la creación de un impuesto especial a los ricos para ayudar al país a salir de la crisis.
Reacciones La reacción a estas declaraciones no se han hecho esperar, ni por parte de la oposición ni por la del Gobierno. La socialista Martine Aubry, quien intentará presentarse a las elecciones presidenciales del próximo año, pidió ayer una nueva investigación sobre el caso Bettencourt. "Pienso que, actualmente, o lo que espero en todo caso, se va a abrir una nueva investigación. Es lo que pasa normalmente en un país donde la justicia es independiente y libre. Cuando una alegación está en la plaza pública, tiene que haber una investigación", declaró ayer Aubry.
Muy distinta fue la opinión del primer ministro francés, François Fillon, quien consideró el escándalo "una manipulación que solo puede explicarse por estar en periodo preelectoral". Fillon lamentó, a través de un comunicado, que "en contra de toda regla deontológica, tales alegaciones contra el presidente, que están desprovistas de fundamento, alimenten un rumor detestable e insidioso". El primer ministro francés deploró igualmente que esa información haya sido recogida por los medios de comunicación "sin una acusación que la respalde" -en referencia al diario Libération, que ayer publicó varios extractos del libro que comenzará a circular hoy-, y expresó su deseo de que "los procesos en marcha acaben rápidamente y con total independencia con tales manipulaciones".