Bruselas. La entrada de los rebeldes libios en Trípoli supone la etapa final en la lucha de la oposición contra el régimen de Muamar el Gadafi. Pero el avance rebelde es también importante para la OTAN, que desde el 31 de marzo ha realizado alrededor de 7.500 operaciones de combate contra soldados e instituciones de Gadafi y ahora debe revisar la oposición interna en torno a la operación militar. Ya se vislumbra la pregunta de cómo continuará esa estrategia tras la caída de Gadafi: ¿Participaría la OTAN en una tropa de paz si lo considera necesario Naciones Unidas o el consejo de transición de los rebeldes?

Desde hace semanas, el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, ha instado a la comunidad internacional a prepararse para la etapa post Gadafi. Y en el que caso de que se envíen tropas de paz, Alemania posiblemente tendría que participar. El ministro de Defensa germano, Thomas de Maizière, espera, sin embargo, que Libia no necesite presencia militar, sino "ayuda económica e infraestructural, quizá también para reconstruir las fuerzas de seguridad". "Si es algo diferente, lo analizaremos de forma constructiva", dijo a sus colegas. Al parecer, en la central de Bruselas se tiene la esperanza de un compromiso alemán.

La contención de Alemania en la intervención actual de la OTAN en Libia levantó muchas críticas en Bruselas, y muchos socios no comprendieron la abstención de Berlín en la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la protección de la población civil. El secretario de Defensa estadounidense saliente, Robert Gates, criticó por ello duramente a Alemania, aunque nunca lo hizo con referencias directas. Gates habló de una OTAN dividida en dos.

Ahora nueve de los 28 miembros de la OTAN participan en la operación libia y, ante ese transfondo, las espectativas de la OTAN en Alemania son más altas. La OTAN también tiene que hablar con Rusia, profundamente enfadado porque en los bombardeos de la OTAN ve una violación de la resolución de Naciones Unidas que solo permitía la protección de civiles. La Alianza siempre lo ha negado y afirma que es totalmente imparcial, pero tampoco es ningún secreto que considera imprescindible la desaparición de Gadafi.

"Libia no es solo nuestro bebé", se decía ayer en la sede central de la OTAN, donde la opinión general es que es el conjunto de la comunidad internacional la que debe estar dispuesta a ayudar a Libia de distintas formas. La UE dispone en estos momentos de poco más de 7.000 millones de euros para ayudar a los países del Norte de África. Pero Libia no es solo un terreno muy rico, sino también un país muy complicado, señala Annegret Bendiek de la fundación Ciencia y Política (SWP) en Berlín, que trabaja en las relaciones exteriores de la Unión Europea. Y aconseja a los políticos que se tomen en serio la autodeterminación libia.

"No se trata intervenir y guiar los sucesos posteriores, sino de acompañarlos", apunta. La tarea prioritaria de los europeos sería, según Bendiek, la reconstrucción de las relaciones económicas con Libia sin precondiciones.