LONDRES. Brooks, de quien muchos políticos han pedido la dimisión pero es defendida por Rupert Murdoch, puede ser interrogada como testigo y no como sospechosa del escándalo de las escuchas, que llevó al magnate de la prensa a decidir ayer el cierre del dominical.

Según informa hoy el diario "The Times", Brooks y otros ejecutivos del rotativo han aceptado cooperar con los detectives de Scotland Yard que están a cargo de esta investigación tras revelarse que hasta 4.000 personas pudieron tener sus teléfonos móviles pinchados por el rotativo en busca de exclusivas.

Murdoch, de 80 años, llegó el domingo al Reino Unido para atender personalmente la crisis, que amenaza con salpicar al Gobierno del primer ministro británico, David Cameron, y también la ambición del magnate de hacerse con el cien por ciento de las acciones del canal de pago BSkyB, sobre el que ya tiene el 39 por ciento.

El viernes el exdirector del News of the World Andy Coulson, antiguo jefe de prensa de Cameron, fue puesto en libertad bajo fianza tras declarar en una comisaría de Londres.

Mientras, el viceprimer ministro británico, Nick Clegg, tiene previsto recibir hoy en su despacho oficial de Downing Street a Bob y Sally Dowler, los padres de la adolescente asesinada Milly Dowler, cuyo móvil fue intervnido después de que desapareciera en 2002 tras salir de su colegio rumbo a casa en el sur de Inglaterra.

Este escándalo estalló en 2006 al revelarse que algunos periodistas recurrían supuestamente a los pinchazos para interceptar comunicaciones de famosos, concretamente los mensajes depositados en buzones de voz de teléfonos móviles.

Entre otros, fueron pinchados los teléfonos de la actriz Sienna Miller, el ex viceprimer ministro John Prescott o el príncipe Guillermo, lo que dio lugar a que se destapase la trama del dominical sensacionalista.