Jerusalén. El grupo La Revolución Siria contra Bashar Al Assad denunciaba ayer a través de Facebook que al menos treinta personas habían muerto en los últimos dos días en la ciudad siria de Homs y que otras noventa habían resultado heridas desde que empezaron las protestas.

La ciudad, en la que se ha recrudecido la violencia, cuenta con una población de 700.000 personas y es conocida por sus refinerías de petróleo así como por constituir un cruce caminos entre las principales carreteras del país. Un activista del lugar contactado por DEIA, que prefiere no dar su nombre, cuenta que Homs amaneció ayer "como una ciudad fantasma, como si estuviésemos en guerra". Afirma "que todos los establecimientos, colegios, iglesias y mezquitas estaban cerradas, no había prácticamente transporte y los teléfonos funcionaban a ratos".

Por la mañana "se anunció desde la mezquita tres días de huelga y se rezó por los mártires". Según este activista, la plaza del Reloj, "donde habíamos protestado otros días, estaba tomada por el Ejército y las fuerzas de seguridad, que habían emplazado hasta coches de bomberos en sus entradas, así que la gente tomó los féretros de los mártires y trató de llegar a la plaza por una de sus principales avenidas". Cuando alcanzaron la plaza, "los soldados y la Policía lanzaron botes de gas y después empezaron a disparar contra la multitud. Los tiros venían también de los tejados, donde creemos que hay francotiradores". El Ministerio del Interior culpó de los disturbios, a través de un comunicado, a "organizaciones salafistas", pero el activista contactado asegura que "no había tales personas entre nosotros. Los únicos que disparan son las fuerzas de seguridad", denuncia.