LA guerra de Libia está suponiendo un coste difícilmente asumible en tiempos de crisis. Sólo el Reino Unido, con grandes intereses petrolíferos por parte de BP, y Francia con su petrolera TOTAL, parecen poder rentabilizar la intervención, sin tener en cuenta la influencia en el mundo árabe que la victoria les reportaría. Para el resto, la operación sólo supone un grave quebranto económico. EEUU dejó a sus 'socios' el peso de las operaciones porque los republicanos habían pedido a la Casa Blanca unas explicaciones que Obama era incapaz de dar. En Washington están ya escarmentados de las facturas que cada guerra acarrea. Con tropas desplegadas en Irak y Afganistán y tras tener que asumir los costes de la intervención en Yugoslavia, los norteamericanos indican a sus aliados europeos que es hora de que comiencen a rascarse el bolsillo. Los políticos de Washington han echado cuentas y, mirando los datos sobre el PIB del pasado año facilitados por el Fondo Monetario Internacional, han comprobado que mientras el de EEUU era de 14,6 billones de dólares el de la UE ascendió a 16,1 billones. Y se preguntan que si en esta guerra no tienen intereses petrolíferos ni les afecta la inmigración ilegal, ¿es justo que Washington pague la factura de la intervención?
De todas formas, EE.UU. costeó la mayor parte del inicio del ataque contra Libia, justo hasta que la OTAN asumió el mando.
Según datos del analista ruso Andrei Fediashin, el Pentágono tenía frente a Libia tres submarinos cuyo mantenimiento acarrea un coste de entre 90.000 y 150.000 dólares diarios, dos destructores de entre 50.000 y 60.000 dólares al día de mantenimiento y además dos buques de asalto -uno de ellos un portaaviones- que cuestan entre 150.000 y 200.000 dólares diarios. Desde que se inició la guerra el 19 de marzo hasta el día 31 la flota de EE.UU. había lanzado unos 200 misiles Tomahawk -de entre un millón y millón y medio de dólares cada uno- a lo que habría que sumar las horas de vuelo de los aviones. Si cada hora de vuelo de un F-15 o un F-16 está valorada en 13.000 dólares y la duración media de cada misión es de una hora y media, al haberse realizado unos mil vuelos, sin contar a los bombarderos que salieron desde Mississippi, haría que el coste de la aviación ha llegado a los 20 millones de dólares. A esto habría que sumar la pérdida de un F-15 valorado en 55 millones de dólares. El total superaría con creces los 100 millones de dólares diarios durante la dirección norteamericana de la operación.
el gasto español Teniendo en cuenta los datos proporcionados por Fediashin, España llevaría gastados en Libia más de 10 millones de euros, cerca de 2.000 millones de las antiguas pesetas. Y tras la ampliación de dos meses más decidida por el Gobierno de Zapatero, el gasto público en la guerra de Libia se situaría en torno a los 30 millones de euros, cerca de 5.000 millones de las antiguas pesetas. Además, el mundo tiene que pagar el sobrecoste con el que los especuladores están gravando el petróleo, incluso con un descenso de la demanda debido a la crisis japonesa. La guerra moderna, cada vez más tecnológica y sofisticada es a su vez más cara. Pero esta vez, es la primera en la que a Europa le toca abonar la cuenta. Y ahí es donde surgen los problemas.
El martes, el general canadiense al mando de la OTAN para la operación libia, Mark van Uhm respondía a las ansias bélicas de Londres y París que haría más si tuviera más medios. Pero eso supone más gasto y ni siquiera Francia y el Reino Unido, que están realizando fuertes políticas de ajuste del gasto con masivos despidos y grandes recortes sociales contestados con dureza por sus ciudadanos, están para asumir los excesivos costes de la prolongación del conflicto. De ahí las prisas.
En la OTAN nadie quiere rascarse el bolsillo y los aviones que EE.UU. retiró siguen sin ser reemplazados. El jueves los miembros de la OTAN, en un intento de calmar el ardor guerrero de Sarkozy y Cameron, llegaron a aprobar una declaración que sobrepasaba de largo la resolución de la ONU. Decidieron que el objetivo era la caída de Gadafi, pero se negaron a poner un euro más. En cuanto a poner más aviones, tal y como solicitaba el secretario general de la Alianza, de eso nada de nada. Solo Catar, país que está fuera de la OTAN y que no puede dar lecciones de democracia ni al mismísimo Gadafi, está por la labor Y es que el coronel libio tiene una visión opuesta de la OPEP que los cataríes.
Al final, en Libia lo que se juega es una indisimulada partida de intereses económicos.