tokio. Un seísmo de 7 grados en la escala de Richter sacudió ayer de nuevo el noreste de Japón, al cumplirse justo un mes del gran terremoto y el tsunami posterior que arrasaron esa zona. Los esfuerzos por controlar los maltrechos reactores de la central nuclear de Fukushima se ven dificultados por la elevada radiactividad y las constantes réplicas sísmicas, algunas de gran intensidad, como la que ayer obligó a evacuar temporalmente a los trabajadores.

El temblor, el quinto más intenso que ha sufrido Japón en el último mes, tuvo su epicentro en la provincia de Fukushima y cortó temporalmente el suministro eléctrico de la central y, por tanto, el bombeo de agua en los reactores 1, 2 y 3. Pese a la alerta inicial, la interrupción de electricidad duró 50 minutos y no fue necesario regar los reactores de forma manual ni se informó de desperfectos en ninguno de los paneles de control.

La jornada en la que se cumplió un mes de la tragedia fue una de las más activas sísmicamente. Con cada temblor aumenta la tensión en un área de futuro incierto y pendiente de la información del nivel de radiactividad.

El Gobierno, que mantiene evacuado un radio de 20 kilómetros en torno a la central, anunció que en un mes planea ampliar la evacuación a varios pueblos situados más allá de ese perímetro, incluido Iitate, que pese a estar a 40 kilómetros de la central tiene una radiactividad más elevada que otras localidades más cercanas.

Edano justificó los nuevos planes de evacuación al señalar que el nivel de radiactividad detectado en esas zonas puede ser perjudicial para la salud si los ciudadanos reciben una exposición de entre seis meses y un año.

El desastre nuclear de Fukushima ha desatado un debate mundial sobre la energía atómica, que en Japón supone cerca del 30% de la electricidad total que consume, frente al 75% de Francia o el 20% de EEUU.

En Japón buena parte de las críticas son para la actuación de Tepco, que durante años fue motor de desarrollo de una región que ahora vive su peor crisis a causa del desastre nuclear. Muchos de los afectados son agricultores que han visto caer sus ventas por el temor a la radiactividad en los alimentos, algo también extendido al sector pesquero tras detectarse niveles de cesio y yodo radiactivo en una especie similar a la anguila marina.

El gobernador de Fukushima, Yuhei Sato, rehusó ayer recibir al presidente de Tepco, Mastaka Shimizu, cuando éste visitó las oficinas del gobierno provincial para "disculparse" con la población, en su primera aparición pública desde el 13 de marzo.