París. La ministra francesa de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie, presentó ayer su dimisión tras la polémica originada por su actuación ante la revuelta tunecina y unas controvertidas vacaciones pasadas en ese país cuando ya habían comenzado las protestas.
En una carta entregada al presidente, Nicolás Sarkozy, Alliot-Marie se declaró víctima de una campaña política y mediática contra su figura y apunta que tiene "una idea demasiado elevada de la política al servicio de Francia" como para aceptar ser utilizada como pretexto para que se debilite la política internacional del país. "Pese a tener la sensación de no haber cometido ninguna falta, he decidido renunciar a mis funciones", indicó en la misiva difundida por el ministerio.
Las primeras críticas sobre Túnez le llegaron tras ofrecer ayuda técnica a las fuerzas del orden tunecinas para gestionar las manifestaciones, declaraciones que ella considera malinterpretadas, porque su intención -aseguró- no fue apoyar al régimen de Ben Alí, sino tratar de evitar víctimas.
El vapuleo de la oposición se intensificó a principios de febrero, después de que se revelara que en su viaje de fin de año a Túnez fue invitada a utilizar el avión de un empresario vinculado al expresidente y con el que sus padres cerraron un negocio.
Su credibilidad se ha visto cuestionada desde hace semanas y su salida del Gobierno se daba por hecha después de que este viernes dos miembros del Ejecutivo revelaran al diario Le Monde que el presidente había decidido "separarse de ella".
Alliot-Marie, de 64 años, inició su carrera política en la década de 1980 y ha estado al frente de otros tres ministerios: el de Defensa de 2002 a 2007, el del Interior de ese año a 2009, y el de Justicia durante los 17 meses siguientes, hasta que el pasado 14 de noviembre se le adjudicó la cartera de Exteriores.
Sarkozy se reunió ayer con el primer ministro, François Fillon, y el nombre que figura como favorito para sustituirla es el de Alain Juppé, actual ministro de Defensa que ya encabezó Exteriores de 1993 a 1995.
Desde la oposición se dice ahora que algunas derivas recientes de la política exterior gala, como en la gestión de las revueltas en el mundo árabe, no es culpa de Alliot-Marie, sino del propio Sarkozy.