EL líder libio, Muamar al Gadafi, conocido por sus excentricidades, enfrentamientos con Occidente, veleidades sin fin y el más longevo de los dictadores en África, ve tambalearse su poder con los enfrentamientos armados que vive su país. Nacido en la ciudad de Sirte en 1942, en el seno de la tribu Gafafa y criado en una familia dedicada al pastoreo de camellos, logró estudiar para acceder a la Academia Militar. Con sus compañeros de armas supo aprovechar las enseñanzas de liderazgo y alcanzar el mando mediante un golpe de Estado el 1 de septiembre de 1969 cuando derrocó al rey Idris Senussi, en el poder desde la independencia del país en 1951.

Creador de la Unión Socialista Árabe, el partido único, los abultados ingresos del petróleo han facilitado sus conocidas excentricidades y megalómanas intervenciones, entre otros países vecinos, en las continuas guerras de Chad. Ahora, sus habilidades como líder están siendo sometidas a prueba, como ya ocurriera en 1986, tras la orden del entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan, de bombardear su palacio en Trípoli y la ciudad portuaria de Bengasi. Sin embargo, la fuerza motora de la actual revuelta que está sacudiendo los cimientos de su poder es interna y de nada le valdrá apelar, como hizo para acceder al poder, a las doctrinas panarabistas del líder egipcio Gamal Abdel Naser, a la vista del derrocamiento de otro titán de la región como Hosni Mubarak.

Gadafi ha recurrido en esta ocasión al Ejército para tratar de sofocar las protestas populares y ha delegado en su hijo Seif el Islam la comunicación con la población, algo inusual en un veterano dirigente acostumbrado a figurar como permanente centro de atención. En un discurso duro y contundente en la televisión, el considerado el heredero de Gadafi denunció ayer un complot y amenazó con una guerra civil en Libia. Saif consideró que la situación actual ha puesto a Libia "al borde de una guerra civil".

NExos con el terrorismo Implacable en la represión de cualquier disidencia, las complicidades de Gadafi con actividades terroristas significaron la aprobación de las primeras sanciones en 1992 por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por su negativa a entregar a dos sospechosos del atentado contra el avión de Pan Am cuando sobrevolaba Lockerbie (Escocia) en 1988 y en el que murieron 270 personas. Tras la mediación de Nelson Mandela en 1999, entregó a los dos sospechosos de Lockerbie para que fueran sometidos a juicio y ese mismo año celebró el 30 Aniversario de su revolución, al tiempo que intensificaba su campaña de promoción internacional para abrir sus mercados tras siete años de aislamiento. Las sanciones fueron levantadas en 2003.

Desde entonces, sus relaciones con la comunidad internacional fueron mejorando y, de uno de los países del llamado "eje del mal", Libia ha pasado a ser un socio estratégico de varios países occidentales, al ser uno de los tres principales productores de crudo del mundo. Entre los principales compradores de petróleo se ubica Italia, con un 40%, mientras que, en segundo lugar, está Alemania, con un 12% -sus exportaciones de crudo representan un 95% de los ingresos en la economía libia.

Acuerdos con Occidente Uno tras otro, la mayoría de los gobiernos occidentales fueron suscribiendo acuerdos estratégicos con el dictador libio. Así, en 2007, el Gobierno francés de Nicolas Sarkozy firmó un acuerdo de cooperación militar y atómica con el dictador libio. Semanas después de que se garantizara, en 2008, el pago de compensaciones a los familiares de las víctimas de Lockerbie, Estados Unidos comenzó negociaciones comerciales y de cooperación con Libia en el sector petrolero. Pero, el socio por excelencia de Libia es Italia, su antigua potencia colonial, prueba de ello es el acuerdo de amistad firmado entre Gadafi y el primer ministro, Silvio Berlusconi, hace dos años.