el cairo. Por primera vez desde la noche del viernes, la Policía egipcia, responsable de la represión sangrienta que intentó aplastar la revuelta popular, volverá a partir de hoy a las calles del país, aunque la plaza Tahrir seguirá bajo custodia del Ejército.
El regreso de la Policía a las calles abre nuevos interrogantes sobre cuál será la reacción de los manifestantes, que han expresado un apoyo sin fisuras a los militares, pero han acusado a los policías de ser un instrumento en manos del régimen para acallar las protestas.
Fuentes del Gobierno que prefirieron mantenerse en el anonimato, dijeron que en las próximas horas se conocerá quién es el nuevo ministro del Interior, que ordenará "el replanteamiento de la misión de la Policía para que vuelva a ser desplegada" en todo el país a partir de hoy.
Esta nueva misión policial incluye evitar los enfrentamientos con los manifestantes y perseguir a los responsables de acciones de pillaje. La Policía actuará a partir de ahora "bajo la dirección del Ejército".
La retirada de los policías se produjo el viernes por la noche y la ausencia de agentes ha sido palpable en cualquier calle de la capital egipcia, donde normalmente hay una presencia casi ubicua de éstos.
En paralelo a esta orden, las autoridades anunciaron que se ha ampliado en una hora más el toque de queda, que a partir de hoy durará desde las 15.00 horas (en lugar de las 16.00 hasta las 08.00 de la mañana.
Esta decisión reduce a tan sólo siete las horas "hábiles" durante el día, aunque los manifestantes, que demandan la salida del presidente egipcio, Hosni Mubarak, no han tenido inconveniente hasta el momento en desafiar el toque de queda con sus protestas.
La ausencia policial ha dejado la labor de supervisión del cumplimiento del toque de queda en manos de los militares, aunque éstos se han limitado por ahora a intentar prevenir los actos de pillaje y vandalismo. Junto al Ejército, grupos de ciudadanos armados con palos, cadenas, bates de béisbol o navajas se han organizado para vigilar las calles por la noche. Pese a ello, grandes centros comerciales sufrieron graves daños por el vandalismo y el pillaje en la última noche, como el City Centre de Maadi, situado en el sur de El Cairo y donde casi todas las tiendas fueron destruidas por completo.
Sin un solo coche en el aparcamiento, el centro comercial ofrecía una imagen desoladora: los vidrios de los aparadores resquebrajados, los maniquíes rotos y sin ropa y un sinfín de bolsas, cajas y perchas esparcidas por el suelo.
Otra de las consecuencias de la falta de control policial ha sido el caótico estado en las prisiones del país, de donde se ha fugado un número indeterminado de reclusos. La televisión oficial egipcia informó de que ayer se había detenido a 3.113 presos fugados.
Entre aquellos que consiguieron salir ayer de las penitenciarías está un grupo de 34 dirigentes de la organización opositora islamista Hermanos Musulmanes detenidos en los últimos días, que quedaron libres al ser destruidos los accesos de la prisión, informó uno de ellos, Esam al Arian.
Al Arian explicó por teléfono que otros dos miembros de este grupo islámico ilegalizado también salieron de la cárcel de Wadi al Natrun, entre El Cairo y Alejandría, cuando otros reclusos destruyeron sus puertas.